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ZAKK Y MARIO, QUÉ NOCHE / por: Paco Picón

 Es asfixiante, las olas de calor casi sofocan las notas que desde el escenario nos lanza el único guitarro capaz de generar reacciones como las del mismísimo Dimebag Darrell.

Es Zakk “Motherfucker” Wild en persona, conquistando territorio azteca sin problemas. En corto el vikingo es impresionante, pero en el escenario la figura se engrandece cuando toma su hacha y comienza a hacer lo que mejor sabe…. Partir traseros.

Sí, quienes se quedaron con las ganas de escuchar Black Leabel Society en 2011, cuando tocó al lado de Korn y el señor padre de todo lo oscuro Ozzy, tenían en sus manos la revancha. Aunque debo decir que algunos otros, como el buen Mario, de Axochiapan, Morelos, alcanzarían la gloria.

Es domingo, es 11 de noviembre de 2012, y la sensación es indescriptible. Un pequeño grupo de “berserkez” salen de las nada míticas orillas de Silao, en Guanajuato, hacía la Ciudad de México, para saber qué se siente estar cerca de uno de los mejores guitarros en la faz del planeta, para mi, en lo personal, el mejor después de Dimebag.

10 horas antes, Mario, de Axochiapan, había hecho lo mismo, acompañado de tres de sus cuates y su lamentablemente ralo bigote.

Hay personajes recurrentes en este viaje, el más notable es El Huevo, sí otra vez el mesero de Los Lobos, a quien posiblemente no le guste la música que pone El Chabelo.

Son poco más de las dos de la tarde y el pequeño grupo llega al Salón José Cuervo, en la Ciudad de México.

Los primeros en la fila son Mario, de Axochiapan, sus amigos y su bigote. Dicen que tienen más de 10 horas formados, pero no se les nota el cansancio, tienen demasiadas ganas de rockear y poca edad que se los impida. Más tarde, los privilegiados como el Doc. “Pasado de lanza deja dormir cabrón” Ordaz, hacen valer su boleto VIP y entran a una sesión especial con BLS. afuera, todos escuchan e imaginan cómo es llegar al Valhalla para reunirse con Zakk.

Y llega el momento, no quiero detenerme en la primera banda porque el corazón me estalla, estamos a cuatro o cinco metros del escenario, Mario, de Axochiapan, está a tres, su bigote también.

Todos sus años tiemblan cuando se coloca la manta de BLS, es hora de ser hombres y mujeres de verdad. Zakk está de tras, suena el intro, las gargantas saben qué hacer, las piernas se flexionan, unas manos se empuñan, otras se abren, el sudor hace lo suyo y sí…. La vida nos da la revancha.

Zakk aparece encima de una tarima de metal con un chaleco mugroso, agitando la greña y esa Barba en rasta que le llega al abultado abdomen, los troncos que tiene como brazos sujetan una guitarra tosca con la que comienza a desatar su furia.

Entre el crujidero de huesos comienza a forjarse la historia de karma más sorprendente que me ha tocado atestiguar.

Nick Catanese, segundo guitarro y mano derecha de Zack, lanza una plumilla dirigida a Mario, de Axochiapan, pero esta rebota en la barricada y cae al suelo.

El chavillo le pide un blandengue empleado de seguridad que la recoja y se la entregue, pero el muy pasado de verga la toma para él. Mario se queja y se sacude entre los gritos y la marea de gente sobre su enclenque espalda. Le reclama al jefe de seguridad, y éste, todavía más pasado de verga, toma la plumilla y la avienta hacia la gente, luego se le queda viendo a los ojos a Mario y hace un gesto con la mano para expresar que se acababa el pedo.

Llegó el momento de que Zakk se sentara al piano para tocar In This River, El Huevo llora y hace pucheros.

El ex guitarro de Ozzy se pone de pie y sigue en pie de guerra, en el trayecto, lanza plumillas y adivinen quién empuña una… sí Mario de Axochiapan.

Luego, el bajista se acerca a su sección y le lanza otra, Mario, otra vez, es acariciado por el destino de una hermandad dura, pero cariñosa.

El rock pesado seguía atacando sin tregua a todas las almas oscuras reunidas esa noche de domingo y en premio por ello, Catanese lanza otra ronda de Plumillas, una de ellas, fue a dar directo a las manos de Mario, el de vergonzoso bigote. En el Inter, La Negra y la Angie abandonan los primeros lugares, a las dos les dio el “Hay no Mames”, mientras que El Huevo, en las escaleras del salón, seguía chillando.

Una hora y media después BLS había acabado con todos nosotros, la banda agradeció tomando con cariño la bandera de México, pero en especial, el nuevo batako le rindió homenaje a un fan, quizá porque le atrajo su bigote o la vehemencia con la que lo vio disfrutar el show, pero se dirigió directamente a Mario, de Axochiapan, para entregarle uno de los remos que nos llevó hasta el Valhalla.

15 horas de espera, tres plumillas y una baketa de BLS bien vale la pena la narración de una historia que sólo podría construirse al lado de una leyenda…. Zakk “Fuckin” Wild.

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