SAN MIGUEL DE ALLENDE, GTO.- La magia de San Miguel de Allende se asfixió la madrugada del pasado sábado 14 de enero.

Tres menores de edad fue asesinados durante un enfrentamiento entre criminales y elementos de la Procuraduría de Justicia de Guanajuato.

El padre de los niños, Antonio Luna, es el único detenido en torno a estos hechos.

Él era velador de un lugar en el que aparentemente también se encontraba operando un grupo criminal.

El estado lo acusa de haber asesinado a sus hijos, además de haber intentado matar a cinco elementos de la Policía Ministerial.

Toño permanece sujeto al arranque de un juicio cimentado en dudas y señalamientos de pruebas fabricadas.

Pero familiares, amigos y conocidos, sostienen que él y su familia (incluida su esposa) sólo estuvieron en el lugar y el momento equivocado.

Por eso, la noche del martes cientos de personas se dieron cita la en la plaza principal de la ciudad, para llevar luz a pie de la majestuosa catedral y exigir la inmediata liberación de Toño.

Mientras el calor de las velas lleva cobijo a la memoria de una familia masacrada, la pesadilla continúa en medio de un paraíso hundido en el fango de la desconfianza.

De entre el lodo sobresale la voz de Bertha Chávez Jiménez, tía de los tres pequeños asesinados.

La potencia de su corazón grita que Toño es inocente y despliega en oídos solidarios argumentos contundentes.

“¿Ya pa qué carajos quieren la vida? si ya les arrebataron lo que más querían… sus hijos”.

Ella cree en la inocencia de Toño, sin siquiera imaginar el peso de la maquinaria que enfrentan.

Pide ayuda… “hoy por nosotros… mañana por ustedes”.

Cientos escuchan, ¿pero cuantos actúan ?