RENDIJA POLÍTICA; LA CULPA ES DE MIGUEL MÁRQUEZ MÁRQUEZ
Por Adolfo Enríquez Vanderkam
La ola delictiva que se vive en Guanajuato no tiene precedentes. Ejecuciones, robos a casa-habitación, comercio y transeúntes, ya es cosa de todos los días, así como el robo de combustible e increíblemente, bombas explosivas contra comercios que se niegan a pagar derecho de piso.
En la lista de las 50 ciudades más inseguras del país se encuentra León, Irapuato y Celaya, y el estado de Guanajuato en su conjunto supera con mucho la media nacional en índices delictivos. La situación ya es preocupante, pero lo es más el hecho que el gobernador no quiera reconocer el problema, no esté dispuesto a cambiar de estrategias y no tome en consideración la necesidad de hacer cambios en su gabinete en las áreas de seguridad.
¿Qué clase de pacto hace que ni siquiera se vislumbre una posible remoción de Alvar cabeza de Vaca y Carlos Zamarripa de los cargos que ostentan a pesar de los malos resultados que se viven en la entidad? Desde que inició el sexenio de Márquez Márquez, en ningún año han disminuido los índices delictivos, al contrario, crecen de manera exponencial. ¿Es tanta la soberbia o es acaso temor de no probar otros funcionarios? ¿Qué saben Cabeza de Vaca y Zamarripa que los hace intocables? De la inseguridad que vive Guanajuato, la culpa es del gobernador.
Y qué decir de la transparencia y rendición de cuentas, la principal bandera de Márquez Márquez en campaña. Como todos lo esperábamos, de Juan Manuel Oliva Ramírez ya nunca se supo nada y los terrenos para la refinería, tren inter-urbano y la Expo-Bicentenario, nunca se castigó a nadie. Y nunca ha mostrado la más mínima intención de ser un gobernador abierto, y ahí tenemos de ejemplo las dudosas licitaciones de las medicinas del Seguro Popular, las tablet´s, uniformes, mochilas y ya también tiene un Toyota-Gate, donde se compraron los terrenos a un misterioso intermediario al triple de su precio. De la falta de transparencia y rendición de cuentas, el gobernador tiene la culpa.
Y la precaria democracia del estado también ha sufrido retroceso por la forma de conducirse del gobernador. La división de poderes quedó destruida y hoy el legislativo y el judicial están a merced de la voluntad de Márquez Márquez, quien tiene el poder para elegir candidatos a diputados locales que no le sean incómodos y magistrados en la Suprema Corte de Justicia del Estado que no le causen el más mínimo dolor de cabeza. Ya ni decir de su manera de tomar el control de su partido el PAN, donde nada ni nadie se mueve si no es con su consentimiento y venia, haciendo a un lado a la militancia y pulverizando los principios y doctrina democrática que tanto presumía Acción Nacional.
Ni lo ecológico le interesa al gobernador. León, Irapuato, Salamanca y Celaya están dentro de las ciudades más contaminadas de México, y su Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial e Instituto Estatal de Ecología no hacen absolutamente nada. El colmo es que ahora Márquez Márquez quiere que se instale una planta de cianuro en San Luis de la Paz, lo bueno es que los habitantes de la zona ya le dijeron que no son basurero de nadie.
El gobernador de Guanajuato tiene poder, pero basado en la nómina que tiene a su disposición, no por liderazgo ni acciones que le hayan hecho ganar adeptos a su causa. Termina su periodo y si no consigue otro cargo más, se le acabará el encanto y sufrirá lo que su antecesor, el olvido y la descalificación.
La mediana percepción a su gobierno es por la inercia de atracción de inversiones que llevan ya varios sexenios y también hay que decirlo, a mucha suerte, pero esta se le está acabando, pues la inseguridad y la violencia se están apoderando del estado y el reclamo social es cada día más grande. De seguir así las cosas, será recordado como quien no supo proteger al estado, que gastó más de dos mil quinientos millones en un programa Escudo que nunca dio resultados y no quiso hacer los cambios para recomponer las cosas. De su “carisma” y “simpatía” nadie se acordará, pues ya no tendrá puestos que ofrecer para que le sigan aplaudiendo. Ya ni Juanita de la Cruz le hará caso y no recibirá más sus adulaciones. Al tiempo.