Por Adolfo Enríquez Vanderkam
Cuando Héctor López Santillana “concesionó” la seguridad pública de León a Alvar Cabeza de Vaca Appendini, nunca pensó que ese sería su más grande error, que hoy tiene sumergida a su administración en el descontento, el descrédito y rechazo de sus gobernados, que ven y sienten como la violencia y la inseguridad se apodera de las calles de la ciudad.
En la campaña política del 2015, el reclamo más grande de los ciudadanos era la inseguridad y López Santillana prometió que de manera inmediata atendería el asunto y que protegería a los leoneses como si fueran su familia. No lo logró y la situación ha venido empeorando a tal grado que los índices delictivos de la administración de Bárbara Botello palidecen ante los números del actual gobierno.
Nunca como hoy la policía y tránsito de León habían estado tan desprestigiados, con escándalos nunca antes vistos como la violación a menores de edad, muerte de ciudadanos a manos de la policía, muertos en los separos, participación de elementos activos en robos y agentes viales acusados de prepotencia y de tener la consigna de hacer determinado número de multas diarias y por supuesto, de recibir “mordidas”.
También es histórico la cantidad de denuncias interpuestas ante la Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato por violaciones a las garantías por parte de los cuerpos que se supone están para proteger y que terminan provocando daños a los ciudadanos.
Pues el rotundo fracaso de López Santillana en materia de seguridad es inocultable, los números son contundentes y ha quedado claramente demostrado que ni hay estrategia, ni planes, ni políticas y mucho menos trabajo de inteligencia que den alguna esperanza de que las cosas mejorarán en el corto plazo.
Es tal la incapacidad para dar una respuesta por parte de la Secretaría de Seguridad pública que en 18 meses y ante los nulos resultados, ya empezaron los cambios, primero con Edgar Osvaldo Jiménez Arcadia, Director de la Policía, que fue sustituido por José Carlos Ramos Ramos y no hubo mejoras, las cosas empeoraron.
Ahora dan de “baja voluntaria” a Jorge Guillen Rico, Director Operativo de la Policía, quien reiteradamente fue señalado por haber impuesto solo amigos e incondicionales en las delegaciones, y sobre quien recaen serias sospechas de actividades ilícitas. Se habla que llegará a sustituirlo Adrián Hernández Rojas “El Woody”, del que poco o casi nada se sabe.
¿Pero es la solución el cambio en mandos medios y no tocar más arriba? De nada va servir mientras López Santillana no reconozca, primero, que debe destetarse de Alvar Cabeza de Vaca Appendini y nombrar gente que le tenga lealtad a la ciudad y a su alcalde y no como sucede ahora, que los altos mandos le rinden cuentas y respetan solo al Secretario de Seguridad Pública del Estado y protegen sus personalísimos intereses y segundo, que debe remover en forma inmediata al Secretario de Seguridad Pública Luis Enrique Ramírez Saldaña, que ya demostró que ni sabe, ni puede, ni entiende y que por lo único que vino fue por el sueldo, pero que León ni le importa y ni lo conoce.
Las cosas están tan mal en cuestión de seguridad en León, que en enero hubo 32 homicidios dolosos, en febrero 36 y la tendencia continúa en lo que va de marzo, y si no hay una verdadera transformación de la Secretaría de Seguridad Pública de León y si López Santillana no se pone al frente para llevar a cabo las estrategias necesarias para regresar paulatinamente la seguridad a la ciudad, esos cambios de nada servirán y desgraciadamente las cosas empeorarán, hasta el punto que la situación se vuelva incontrolable.
López Santillana debe entender que el municipio de León es autónomo y que la seguridad es su responsabilidad. Claro que debe haber coordinación con los diferentes niveles de gobierno, pero eso no significa sumisión ni deslindarse de una tarea a la que está obligado pero que se niega sistemáticamente a “agarrar el toro por los cuernos” y todo lo deja en manos de Alvar Cabeza de Vaca Appendini, con los terribles y dolorosos resultados que estamos viendo y viviendo.
Mientras la “mano que mece la cuna” de Alvar cabeza de Vaca siga imponiendo funcionarios, nada va mejorar. Es hora de que López Santillana muestre de que está hecho y actúe, dándole prioridad al tema de la seguridad que amenaza con marcar a su gobierno como el peor de la historia de León, incluso peor que el de la ladina Bárbara Botello Santibáñez.
Adolfo Enríquez Vanderkam
Activista, aficionado a la lectura, amante de León dispuesto a cambiar su historia y sus escenarios políticos, apasionado de la escritura y, por supuesto, seguidor del Rebaño Sagrado.