¡QUIÚBOLE! / ENTRE EL MENEO Y EL COMPÁS DE LA BANDA MUNICIPAL / POR: HILARIA MELENAS
Manos arriba, abajo, izquierda, derecha, movimiento de cadera.
No es una boda, tampoco sesión de zumba. Es el maestro Pedro Jiménez, director de la Banda Municipal de León, que suave y elegante hace estos meneos para marcar el compás mientras dirige a los 32 músicos que la integran.
Su escenario: al pie del kiosco en la Plaza Principal.
Andaba de paso por el centro histórico (dicho sea de paso mi lugar favorito en León) y fue inevitable detenerme a escuchar. Y vaya agradable sorpresa. Deleite auditivo.
Sé muy poco de música, pero si de algo estoy segura, es que el arte contagia y el que viene desde el corazón, mucho más.
Y me contagiaron. La sorpresa fue que vi que también transmitieron su música igual a abuelitos que a niños que estuvieron en su lugar por más de 10 minutos mientras oían a la banda y comían helado.
Y es que la edad de la banda revela su secreto para atrapar al público: 113 años tocando en el jardín de la ciudad, demostrando que la cultura no siempre es elitista y que si hay un espacio democrático, es el centro histórico.
Junto al kiosco, entre el “Alejandra y Beto” rayado con plumón en la cantera y las parejitas arrinconadas y acurrucadas, veo a los que escuchan en ese momento a la banda y trato de imaginarnos a todos en un teatro: una bolita de cholos, otro vestido de rockero, una chava hippie, otros más hipsters, unos más en camiseta, short, muchos greñudos y lagañientos (incluida yo, el cambio de horario me está matando).
El punto es que aquí nadie se agüita porque este lugar es libre de etiquetas y prejuicios. Aquí no más se viene a escuchar música. Y si quieres aplaudes, si no quieres no, es concierto permanencia voluntaria. “Para ir a un teatro se retraen”, me comenta al final el director de la banda.
Pero aquí muy pocos se van, porque escucharlos hasta motivó a dos viejitos a pararse a bailar, convirtiendo el adoquín del centro en pista de baile y de paso en espectáculo para los que estamos alrededor disfrutando el momento.
La banda cerró el jueves pasado con broche de oro con un popurrí de los años setentas, y con eso de que está de moda lo vintage, pues atrajeron más público y de todo tipo. El gancho fue “Can’t take my eyes off you” de Gloria Gaynor y le siguieron “Pretty woman” que terminó de encantar a los presentes. La verdad fue inevitable no mover la cabeza al ritmo.
Así, el poder de la flauta, oboe, clarinetes, saxofones, trompetas, cornos, trombones tubas y percusiones, que juntos son la Banda de la ciudad. Dice el director que lo óptimo sería que fueran 60 músicos, pero ya saben, por falta de lana el gobierno solo tiene la mitad, y digo del gobierno porque dependen del Instituto Cultural de León. Si así se oye padre, estaría más chido aún con el equipo completo.
La presentación termina a las 7 de la tarde y ahora el concierto es de aplausos y de la banda… pero de leoneses que hoy cultivaron su repertorio musical, más allá de los Ángeles Azules, Gerardo Ortiz, El Recodo, la Arrolladora y similares.
“¡Maestro!”, grita una señora al final de la melodía, “¡felicidades!”, les dice otra, “¡me gustó mucho como suena eso… ¡esa cosa!… ¡el ritmo!” se oye a una doña comentarles a los trompetistas, “¿ya acabaron? Apenas que me iba a parar a bailar”, les pregunta una viejita.
Si no has escuchado a la banda te recomiendo que vayas a alguna de sus presentaciones, como ya es tradición los domingos al medio día y jueves a las 6 de la tarde en el kiosco. Y pues ya de paso llévate a tu familia. Verás que hay mucho talento musical en León.