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NUEVA JERUSALÉN, EL FANATISMO Y LA PRUDENCIA

Casi dos semanas después de iniciado el ciclo escolar, todavía se ve difícil que se resuelva el conflicto de la comunidad Nueva Jerusalén, en Turicato, Michoacán. La mayoría de sus pobladores siguen haciendo como que la Virgen (en este caso, la del Rosario) les habla, mientras el gobierno también eleva la vista al cielo y respira hondo.

Y es que los seguidores del misterioso y autodenominado obispo Martín de Tours no permiten que los niños del pueblo tengan una religión laica, hasta el extremo de destruir la única escuela del lugar, pues consideran que la educación escolar es producto del demonio. También lo son los deportes, el estudio y lectura de material que no sea parte de su credo y todo aquello que no apruebe la Virgen del Rosario, que les dice cómo está la onda a través de videntes convenientemente escogidos.

La bronca entre los miembros de esta secta y los que no comparten sus iluminadas ideas, a los que llaman moderados o “turulatos”, ha llegado hasta los golpes, y según dicen algunos, ya ha habido muertos en el nombre de la religión, una que por cierto la Iglesia Católica no reconoce.

De hecho, la Conferencia del Episcopado Mexicano le pide al gobierno del priista Fausto Vallejo que le entre con fuerza al asunto y restablezca el orden y el derecho a una educación laica, cosa curiosa.

Por su parte, el gobernador michoacano ha dicho que él no generará víctimas y trata de sacarle la vuelta al asunto, por lo que anunció que se construirán aulas temporales a unos cientos de metros de Nueva Jerusalén, y hasta ofreció reubicar a los disidentes con todas sus chivas. Lo cierto es que los ánimos siguen caldeados y que palo dado, ni Dios lo quita.

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