LES DIABOLIQUES
Hay una anécdota de que Henry-Georges Clouzot tuvo una carrera contra Alfred Hitchcock; no una carrera de esfuerzo físico, sino una carrera por los derechos fílmicos de un proyecto; este fenómeno no es ajeno al cine y en este caso, el maestro del suspenso perdió ante Clouzot (algunos dicen que Hitchcock llamó para empezar las negociaciones a tan solo unas horas de que se había concretado el proyecto).
¿Debió sentirse celoso en algún punto? de cierta manera, me gusta pensar que sí, porque lo que hizo Clouzot fue un trabajo tan moderno para los estándares de la época, y que al final de cuentas, inspiraría a Robert Bloch para escribir Psicosis, y todos sabemos para dónde termina todo esto.
La primera escena que tenemos en la película, es la de un pozo de agua sucia donde vemos los títulos principales, con dos curiosidades: la primera es la de tener un tema musical, y eso no sería extraño… a no ser de que toda la película carece de música, salvo que sea incidental, pero no hay composición musical realizada para el proyecto. La segunda es una frase de Barbey D’aurevilly, la frase es esta:
“Una pintura siempre es lo suficientemente moral, cuando es trágica y muestra el horror de lo que retrata”.
Tras esta “advertencia” sobre lo que estamos a punto de presenciar, vemos una escuela privada donde los alumnos salen despavoridos a su receso, ahí conocemos a Nicole Horner (Simone Signoret) una maestra que apura a los chiquillos de salir, esta escuela también cuenta con dos maestros hombres: M. Drain y M. Raymond, dos sujetos que hacen la labor de ser tutores sin muchas ganas, igual que Nicole; todos ellos esperan a Christina (Véra Clouzot) mujer que a diferencia de estos, hace su labor con pasión y con amor a los niños, ganándose el respeto y cariño de los estudiantes y de los maestros.
Lo que Nicole y Christina comparten, no es secreto alguno: forman parte de un triángulo amoroso. Un triángulo en el que el punto de enlace es el esposo de Christina, Michel (Paul Merisse), quien además es el director de la escuela en la que laboran. Christina ha aprendido a perderle el odio a Nicole, pasando a ser su confidente más cercana, y se da cuenta de que el desgraciado de su marido tiene por motivación en la vida, hacer de sus vidas una completa inmundicia.
Lo que Michel no tiene en mente, es que el par de mujeres ha estado planeando algo para deshacerse de una vez por todas de él; las dos mujeres han idealizado un plan que parece casi perfecto, y es justo en un puente vacacional en el que las dos mujeres realizan la idea con la que tanto han fantaseado: matar al hombre de sus vidas.
La mayoría de la película vemos la dinámica entre estas dos mujeres, dos mujeres que son la antítesis perfecta una frente a la otra, uno lo nota de primera vista con su forma de andar, su forma de ser, pero me llamó la atención ver esto en su pelo. Christina siempre tiene un peinado con trenzas, un peinado casi infantil, esto deja notar que es una mujer inocente, quizás rozando en lo tonta por lo ingenua que puede ser, pero nunca capaz de hacer el mal. Nicole por otra parte es una mujer con presencia siempre que está por escena, rubia y de cabello corto, queda claro que Michel encuentra más satisfactorio el encuentro sexual con esta que con la “mojigata” de su mujer.
Lo curioso es que vemos a dos mujeres a punto de hacer un crimen completamente atroz… pero las apoyamos; sabemos que Michel es un desgraciado, queremos ver a las dos mujeres por un momento de sus vidas, felices, libres del animal que tienen por hombre.
El personaje con el que más nos identificamos con la película es con el de Christina, interpretado por la esposa de Clouzot; un personaje frágil, que de manera trágica e irónica también refleja la condición de salud de Véra en la vida real. En ocasiones vemos a Véra tan temerosa, que podría parecernos muy fingida su actuación, pero es exactamente la intención de su personaje: el no saber guardar las apariencias de lo que acaba de ocurrir y que finalmente esto puede que esto delate el crimen que acaba de cometer.
Ayuda mucho que Véra en la vida real no fuese una mujer nada fea, su belleza hace que los personajes a su alrededor la traten con delicadeza, y nosotros justificamos más el hecho de que tenga que vengarse, pues nos parece atroz lo que le sucede.
Aunque, decir que Simone Signoret queda corta a comparación de la belleza de Véra, es como agarrar una piedra, romperse los dientes de toda la boca, picarse los ojos, y tragar el mentado instrumento de tortura.
Simone Signoret es lo contrario de Verá Clouzot, una mujer ruda, fría, sardónica, y puede que su personaje guarde algo más que la sensualidad que explota con ella en cada escena; no aparece desnuda, pero incluso el simple acto de frotarse los pies tras caminar un buen rato resulta un momento fogoso para ella y encima de todo eso, incómodo para la pobre de Christina.
Y como había mencionado, el último eslabón de este triángulo amoroso, es Michel; un hombre que al igual que Nicole, es astuto y sabe usar el sexo como arma, lo notamos en la secuencia del tren, y siempre con un temple implacable, su sola presencia presenta un orden sobre todos los demás, indicando el miedo y respeto que se ha hecho ganar. Sin dudas es un personaje detestable, pero uno no deja de sentir empatía con él, de cierta forma, nos ha seducido al igual que sus mujeres.
Ahora que la he vuelto a ver, tengo un pequeño inconveniente, recuerdo haber visto una versión dañada pero ahora con la restauración, encuentro que la fotografía es un trabajo irregular. Las escenas de día son muy borrosas y en ocasiones el enfoque no es muy notorio, los personajes se pierden en sus movimientos y la profundidad no es notable con un blanco que explota. Armand Thirard era el encargado de esto, y digo que es irregular, porque Les Diaboliques tiene un excelente manejo de sombras.
Todas las escenas que transcurren de noche son detalladas, y hay unos toques de Noir que son espléndidos; es justo en la secuencia final donde este trabajo se aprecia, y la película termina con un final emocionante; esta sensación de no saber qué está con nosotros en las tinieblas hace que Christina, por primera vez en la película se vea cargada de un erotismo, sudando, corriendo, gimiendo y con un vestido que nos deja entrever su curvilínea figura, mientras trata de resolver el enigma que no la deja descansar en paz.
Les Diaboliques es una película que tiene la virtud del enigma, cuanto menos uno sepa, se vuelve un completo “Tour de Force”. No es una película en la que solo esperamos un giro inesperado, nos revela cada detalle macabro del plan perfecto, y tenemos la piel de gallina gracias a los momentos de tensión en los que reímos (en parte por disimular nuestro miedo y también porque la película tiene un humor nada despreciable). Hay pocas películas en las que nos sentimos motivados a hacer algo tan grotesco y sentirnos vulnerables, me recuerda mucho al Corazón Delator de Poe, y por supuesto que me recuerda en muchas ocasiones a Psicosis.
Al parecer, sí hubo una película con la que Hitchcock se sintió con rival para el título del rey del supenso, por eso, y por su capacidad de volverse un sendero de emociones tensas, la obra de Clouzot sigue fresca con 60 años de vida.
P.D: no hay nada más placentero que escuchar Diabolique con un tono francés.