LECCIONES DEL SELF-LOVE QUE APRENDES EN LA MARCHA DE ORGULLO GAY
Por Gabilú Mireles
Esperaba asolearme, bailar, cantar canciones
pegajosísimas y ver gente en unos looks increíbles, todo eso me esperaba al ir por primera vez a la Marcha de Orgullo Gay en la Ciudad de México. Lo que jamás imaginé fue aprender a sobre amor propio, pero así sucedió.
Seguramente, ya has visto fotos de los looks
que se arman para marchar por Paseo de la Reforma. Lentejuelas, plumas, medias de red, tacón y peluca bruta, ¡nada es demasiado para celebrar la diversidad sexual y la libertad de ser justo quien eres!
Es muy chistoso, pero está cabrón ver a tantos
hombres súper orgullosos y felices de la vida vestidos como se les antojó ese día. Hay unos con cuerpazo y six pack, pero también hay otros miles en mini falda, con el gordito de fuera y las rodillas con vellitos.
Todo tipo de cuerpos, felices en faldas, shorts,
blusas de tirantes, todas las prendas que a mí toda la vida me ha dado miedo usar y que poco a poco me he estado probando, pero todavía no me atrevo a usar diario.
¡Jamás me he atrevido a irme en summer dress
a la oficina, por ejemplo! Aún le estoy agarrando amor a mis piernas, lo suficiente como para que me valga si alguien se les queda viendo feito en el camino.
Y ese día, cientos de hombres pasaron a mi
alrededor #enseguros usando todas las prendas “prohibidas” para una gorda… y ellos hasta flores en la cabeza se pusieron.
Claro, el día de la marcha es uno muy especial,
en el que todo se vale, pero por qué no puede ser así todos los días, para ellos y para mí y todas las personas que sentimos como prohibido ponernos lo que sea querramos usar.
¿Por qué las mujeres somos las más expertas
en odiar nuestro cuerpo? No sólo las gordas, realmente, no me ha tocado conocer a una sola mujer que no tenga alguna crítica hacia su cuerpo. Que si sus piernas flacas, sus bubis chicas, sus brazos velludos, sus cachetes que ya se va a quitar con cirugía,
sus rodillas huesudas…
Todas las mujeres, hasta las más guapas que
conozco, tienen miles de complejos con sus cuerpos, y tal vez estos chavos también, pero durante un día ellos están felices ¡y se ponen lo que quieren! ¡Cero complejos!
La iglesia católica no nos prohíbe a las gordas
ponernos vestidos como a los hombres, pero a la sociedad no le encanta tanto, la verdad.
Cuando me he atrevido a subir fotos mías en
shorts o en bikini (he subido una en fatkini en toda mi vida), tuve muchos comentarios positivos, pero también gente que, ¡sin conocerme!, me insultó sólo por mostrar partes de mi cuerpo que a ellos no les gustan.
¿Pero debo esconder mi celulitis porque a algunos
les incomoda? ¿Debo posar siempre con los brazos abajo y esconder la piel que cuelga de ellos cuando los levanto sobre mi cabeza sólo porque a algunos les da asquito ver las estrías que los adornan?
¿Por qué los hombres en la marcha gay pueden
desfilar por las calles orgullosos de sus cuerpos y presumir sus pechos y piernas velludas en sexys vestidos y yo me tengo que esconder en camisas de mangas largas y jeans para no asustar a nadie?
Después de cuatro horas de ardua caminata y
rodearme de tantos hombres llenos de orgullo por mostrarle al mundo quiénes son, se me pegó su orgullo, el cual transformé sin darme cuenta en orgullo curvy, feminista o como quieran llamarle. Orgullo por mi cuerpo, que al final saca la chamba todos los días;
mi cuerpo que respira, se mueve y también se vería bruto en falda, tacón y boa de plumas. #FatGab para reina gay!