Spoilers llenos de… pues información, y miradas incómodas.

Tras un episodio bastante emocionante la semana pasada, el amor que tenemos a GoT volvió; volvió esa serie que cautiva por sus misterios y personajes más que por la violencia y los desnudos (aunque hay gente que prefiere esto). La revelación del misterio de Hodor  nos dejó con una necesidad: debemos saber más sobre Bran y esta semana no se nos hizo.

Mientras que Bran (Isaac Hempstead Wright) y Meera (Ellie Kendrick) huyen de la horda de cadáveres violentos vemos que Bran comienza a tener “flashbacks” de la serie; básicamente anda viendo todas las temporadas pasadas en segundos pero de entre esas escenas vemos momentos del pasado con Aerys Targaryen y bastante fuego verde, además de un dragón. Ese es el pequeño gancho de lo que queremos saber pero luego de estas escenas Bran despierta con Meera a su lado llorando, esperando el fin de todo.

Y de pronto llega una figura misteriosa que tiene por arma una especie de maza/urna de incienso efectiva contra estos seres; resulta que esta figura misteriosa es Benjen Stark (Joseph Mawle) el tío que llevó a Jon Snow a servir en la Guardia de la noche y se supone estaba muerto, en realidad se encontraba moribundo por culpa de un caminante blanco pero fue salvado por los Niños del bosque… tú sabes, esos que explotaron y fallecieron en el episodio pasado

¿Por qué sabe lo que debe de hacer Bran? ¿Qué importancia tiene en la trama? y ¿Por qué los niños lo revivieron? no sabemos.

Al menos pudimos ver a Jaime acabar con el Rey Loco.

Sam (John Bradley-West), Gilly (Hannah Murray) y el pequeño Sam ya han llegado a Horn Hill y comprobamos que Sam proviene de una familia muy adinerada, la llegada de Sam provoca la alegría de su madre y su hermana quienes ven con cariño a Gilly y al hijo de estos dos; los invitan a cenar y es un momento pequeño pero muy gracioso, el ver a Gilly intentar caminar con un vestido que le aprieta mientras que Sam trata de ser caballeroso y seguir a su paso, quiero decir, es una serie con dragones y zombies y este momento fue de mis predilectos del episodio, además de que sirve como suavizante para poder ver al hijo de puta que es Randyll (James Faulkner), el padre de Sam.

Perro del mal hecho y derecho.

En tan sólo unos minutos ves cómo tiene dominado a Sam, denigrándolo por no ser el hijo que merecía, por su gordura y su impedimento a comparación de su hermano Dickon, quien también ve injusto lo que hace su padre pero no está dispuesto a enfrentarlo. Las cosas se salen de control cuando Gilly en un arranque de impulso defiende a Sam y cuenta de la valentía de este al derrotar un caminante blanco; esto ocasiona que el señor Tully ponga una mueca de odio porque deduce que la presente es una salvaje y nosotros, tenemos chingo de miedo. Eso se logra por la increíble presencia de Faulkner y que nos da la sensación de que está loco.

Sam termina con la decisión de abandonar a su familia y de paso robarse a Heartsbane, la espada de acero Valyrio de la familia, a lo cual le agradecemos, no queremos verlo perder a lo que más ama en este mundo.

Arya (Maisie Williams) toma otro rumbo con su historia.

¿Inesperado? Tal vez, después de todo se notaba un poco desconfiada por seguir el camino de los asesinos ¿Gratificante? Depende, porque vamos, estuvimos esperando por años el entrenamiento de Arya para poder cumplir su venganza y el hecho de que la abandone se siente tan lamentable por las expectativas. Su cambio se da cuando al estar viendo la obra de teatro de donde labora su objetivo la ve hacer una grandiosa actuación. Esta escena sirve para la motivación de Arya de darse cuenta de que no es la asesina que esperaba ser y en lo personal, creo que también analiza lo que pudo sentir Cersei con la muerte de su querido hijo, porque termina rechazando esta idea de ser una asesina sin identidad y abandona el lugar para recuperar a Needle, la cual no fue robada en todo este tiempo. Esto causa la ira de The Waif quien va a matar a Arya bajo las órdenes de Jaqen (Tom Wlaschiha). Este le pide que la mate de manera pacífica, pero ya sabemos el dolor de cabeza que resulta ser este personaje.

Duerme con cuidado pequeña Stark.

Las cosas en King’s Landing parecían avanzar hacia la dosis de espadazos y sangre que la gente necesita en sus vidas pero ¡Oh sorpresa! No fue así. El Gorrión Supremo (Jonathan Pryce) otra vez está como a 20 pasos adelante de sus enemigos y en la ceremonia del camino de la expiación que debía realizar Margaery (Natalie Dormer) le muestra el dedo de en medio -figurativamente- a Jaime (Nikolaj Coster-Waldau) y al ejército de los Tyrell con el rey Tommen (Dean-Charles Chapman) enseñando que la religión se unirá a la corona.

¿Esto hace listo a Tommen o hace aún más listo al Gorrión Supremo?

Esto causa la ira de Jaime quien queda relegado de su servicio en la guardia del rey y es mandado a pelear el espacio de Riverrun; esto le inspira poca confianza ya que estaría lejos de su hijo y su hermana, pero Cersei (Lena Headey) sin capricho alguno le revela que está bien , que vaya a ganar y de que de todas formas ya tiene a su campeón para el combate en el juicio… de nuevo, la parte de King’s Landing va paso, a pasito, y eso puede que haya llegado a su punto crítico porque juegan con las expectativas, pero vamos, es GoT, eso es su “modus operandi”.

Las últimas dos escenas son demasiado cortas;  Lord Walder Frey (David Bradley) sigue vivo a pesar de sus años y aparece regañando a sus hijos por la ineptitud de estos al no mantener Riverrun, y estos mencional algo bastante interesante: mencionan que todos los demás aliados no los ven con estima y que aparte de eso están siendo robados por la Hermandad Sin Estandartes ¿Es una señal de parte de la serie que veremos cierta historia desarrollarse? no nos dicen como de costumbre pero podemos ver que Edmure Tully  está vivo y será usado como chantaje para retomar el lugar perdido.

Y Daenerys  (Emilia Clarke) pues nada, encuentra a Drogon  y decide que los khalasar le ayudarán por fin a recuperar el trono por lo que estos amantes de la violencia dicen que sí, que quieren matar en nombre de la madre de los dragones. Esto genera muchas dudas, ya que en tal caso ¿Cómo va a resolver lo de la paz que Tyrion acaba de conseguir?

No importa, ahora sabemos que los dragones tienen amígdalas para lanzar fuego.

Debo decir, que fue un episodio en donde el título fue engañoso de nuevo, es más, no volvamos a ponerle atención a ese detalle ¿Sangre de mi sangre? pues vimos varios lazos de sangre y las potenciales alianzas en el futuro. Bran se da cuenta de que su tío no está muerto y de que le llevará a su misión para convertirse en El Cuervo de los tres ojos, Sam vuelve con su familia que lo desprecia y en cierta medida, la visión de Bran que muestra al rey loco pidiendo explotar todo como película de Michael Bay se muestra en el poderío de su hija que pide a sus aliados volverse sus ojos y espada sin necesidad de que fuesen sólo tres. Claro que esto representa una locura y también sabemos de que Danny… pues apesta a la hora de reinar.

Jack Bender en su segundo episodio toma un poco de varios elementos para hacer un surtido rico, hay tomas clásicas de personajes moviéndose entre las sombras, intriga, y por primera vez, no sale o se menciona a Ramsay; aunque muchos de los momentos son bastante precoces, es más, por esta razón el episodio pasa demasiado rápido y casi no golpea al espectador quien espera momentos nivel “Hodor es Hold the door”.

Este domingo es otro nuevo director y veremos qué tiene que ofrecer a la trama, esperemos que haga algo con King’s Landing que efectivamente se está volviendo incómodo de tratar, pero tenemos la promesa de un combate por juicio, y de parte de un experimentado en ello: esperaremos un poco más.

Pero podemos estar de acuerdo en que Pretty Woman: Westeros fue genial.