LA SOLEDAD MATA
Se dice que el uno es el número más solitario, pero también podría ser el más letal. Dos estudios recientes sugieren que vivir solo o sentir soledad pueden aumentar el riesgo de morir de enfermedad cardiaca. En un estudio, las personas con enfermedad cardiaca que vivían solas eran más propensas a morir, que sus contrapartes que no vivían solas.
Un segundo estudio mostró que las personas a partir de los 60 años de edad estaban en mayor riesgo de declive funcional y/o muerte si se sentían ignoradas, aisladas o reportaban una falta de compañía. Ambos estudios aparecen en la edición en línea del 18 de junio de la revista Archives of Internal Medicine.
“Vivir solo podría ser un factor de riesgo con un mal resultado”, apuntó el autor del estudio, el Dr. Deepak Bhatt, director del programa integrado de intervención cardiovascular del Hospital Brigham and Women’s, en Boston. El estudio solo observó si el individuo vivía solo. Los investigadores no preguntaron si era una elección propia, si habían perdido a su pareja o si tenían una mascota.
Pero señaló que una persona puede sentir soledad sin vivir sola, o vivir sola sin sentir soledad. Aún así, vivir solo, independientemente del motivo, debe ser una señal de alerta para que los médicos hagan más preguntas. Vivir solo o sentirse solitario podría aumentar el riesgo de problemas de salud y muerte por varios motivos.
“Si se tiene un ataque cardiaco y se le acaba el medicamento y no surte la receta, tendrá problemas”, planteó. “Los cónyuges y los hijos pueden ir a buscarle los medicamentos, entonces es menos probable que tenga problemas”.
Además, alguien que sienta soledad tiene más probabilidades de deprimirse, señaló. Esto les haría menos propensos a cuidarse, lo que podría aumentar el riesgo de morir de cualquier causa. La moraleja es que “los médicos deben obtener un buen historial social”, enfatizó Bhatt.
En el segundo informe, la Doctora Carla Perissinotto, de la Universidad de California halló que la soledad se asociaba con un mayor riesgo de muerte en el periodo de seguimiento del estudio, de seis años. Además, la soledad también se asociaba con el declive funcional.
En conjunto, “estos estudios muestran que el aislamiento social se asocia con la mortalidad cardiovascular en las personas que tienen enfermedad cardiaca”, señaló la Dra. Nieca Goldberg, profesora clínica asociada del departamento de medicina de la División de Cardiología Leon H. Carney del Centro Médico Langone de la NYU, y directora médica del Centro de Salud de las Mujeres Joan H. Tisch, en la ciudad de Nueva York.
Se trata del sistema de respaldo del paciente, apuntó. Los proveedores de atención de salud deben intentar identificar un sistema de respaldo (o la falta del mismo) antes de que la persona con enfermedad cardiaca sea dada de alta del hospital. “Un sistema de respaldo no tiene que ser un individuo, puede tratarse de un centro religioso o de un grupo de adultos mayores”, anotó Goldberg.