El paso de ser actor a director no es raro en el cine; esto les puede dar un énfasis en cómo retratar los personajes y las interacciones de este, hacer que tengan un peso dramático y como es su labor, conectarse más con el actor a la hora de buscar la interpretación perfecta. Hay ocasiones en las que el trabajo de dirección resulta soberbio, y hay otras en las que no; sobre ejemplos muy positivos tenemos a Clint Eastwood, e incluso Orson Welles tuvo su etapa actoral primero (aunque no necesariamente en el mundo del cine), luego tienes a Sylvester Stallone dirigiendo “Staying Alive” y Kevin Costner con “The Postman” del otro lado de la moneda… es arriesgado.
El ejemplo más novedoso es el de Angelina Jolie, siendo esta su segunda película como directora, parece que la actriz quiere enfocarse en su carrera como directora a como dé lugar, a mi parecer su anterior película “En la tierra de sangre y miel” no me pareció tan mala como la crítica especializada aseguraba, así que cuando vi el primer adelanto a su siguiente proyecto, me pareció atractivo, sobre todo por los nombres detrás de este proyecto.
La película nos narra los años en los que Louis Zamperini (Jack O’ Connell) estuvo en la WWII, Zamperini fue un corredor olímpico y obtuvo fama por su velocidad en la carrera de los 5000 metros. Durante una misión, el bombardero donde se encontraba sufre un accidente y se estrella en el mar, dejando a los supervivientes por varios días en el mar hasta que son rescatados por los japoneses y tomados como prisioneros de guerra, donde sufre humillaciones durante su estadía, infundadas por el sargento Mutsuhiro Watanabe (Miyavi).
Sin dudas, la historia de Zamperini tiene el potencial fílmico (no por nada una película basada en sus desventuras estuvo en potencia desde los años 50’s), desgraciadamente, la película dista mucho de presentarnos a su personaje principal; vemos sus acontecimientos, pero poco conocemos de sus motivaciones y es carente de una personalidad, está en la película dispuesto a sufrir toda clase de situaciones pero no logramos conectarnos con él, o con cualquiera de los prisioneros.
Y esto es bastante extraño y sorpresivo, si tomamos en cuenta que los guionistas del proyecto fueron nada más ni nada menos que los hermanos Coen; toda la película parece solo recalcar situaciones se limita a anunciarlas, por ejemplo: vemos anunciada la muerte de Roosevelt y un hombre llora, pero no hay consecuencias o ni siquiera le afecta al Zamperini de la película. Jack O’ Connell no hace un mal papel, simplemente es muy hueco y al final sentimos lástima por lo que le aqueja y no por sentirnos atraídos a su historia, pero llama la atención su transformación física al grado de ser un enclenque humano.
Lo mismo es con Watanabe; el artista japonés Miyabi le da un enfoque sádico pero algo que pudo ser completamente interesante, la película trata de poner una relación de amistad/enemistad con el Watanabe y Zamperini, lo vemos disfrutar la tortura física y mental que le otorga al personaje principal, pero hay un nivel de respeto que le tiene, llegando a ser en ocasiones, humilde. La película intenta dar este enfoque pero es muy vago, salvo una situación, esta relación (que fue cierta) no se expresa mucho.
Lo que sí puedo asegurar, es que la película tiene dos aspectos muy rescatables.
En primer lugar, está la increíble música de Alexandre Desplat; Desplat ha tenido un año muy ocupado en el que nos ha ofrecido 6 trabajos musicales (se podría volver más solicitado que Zimmer) y de manera sorprendente, los 6 trabajos que tuvo en el año no fueron nada malos. En esta ocasión, el sonido de Desplat está alejado de la acción de “Godzilla” y el humor de “Operación: Monumento” y “El Gran Hotel Budapest”, tenemos un trabajo simplista con un tema principal empieza con un golpe de piano letárgico y que a partir de eso empieza a evolucionar en un hermoso tema heroico e inspirador (es decir, si la película representa un apego emocional en la audiencia, gran parte en esta ocasión es por la música). El único elemento no tan bien aprovechado es el sonido de la cultura japonesa, que si bien en Godzilla presentó un producto satisfactorio y emocionante, aquí se limita a ser percusiones que juegan con el tema principal como si se trataran de una amenaza latente.
Es una excelente recomendación para su colección de Scores, y un trabajo que les aseguro los calmará cuando lo necesiten, me alegra ver que Desplat tenga más peso con el paso de los años y es mi favorito a llevarse la estatuilla este mes.
No le hagan caso a mis palabras y explicaciones, mejor presten sus oídos y quizás les guste.
Lo siguiente, es el aspecto visual del proyecto, y tú sabes que si tienes a Roger Deakins como fotógrafo en tu proyecto, se verá más que apantallante. Deakins (a quien a mi parecer debió haber ganado por Skyfall) da un aspecto visual muy elegante y lleno de luz, quizás no se vea sucio como el trabajo de Furia, pero creo que se adecua a las intenciones que tenía el filme, que eran las de ser una película inspiradora.
Toca mucho terreno sentimental por las escenas de tortura y su apoyo de producción, pero al final queda como una película que pudo haber otorgado más; el final con las fotos es digno del final de las películas que tu mamá ve por la tarde, y resume aspectos tan importantes que la película quiere tratar en tan sólo unas letras. No es pésima, en ningún momento sentí que mi tiempo se fue a la basura, pero al final de la película uno decide investigar por sus propias manos la historia de Zamperini, pues este resumen resulta algo infructífero.