Las palabras “independiente” y “cómic” suenan a un pésimo matrimonio, pero lo cierto es que llevan casi los mismo años que el arte secuencial de las onomatopeyas y tintas. Hay un gran número de artistas y que han logrado lo que en una editorial grande no podrían: volverse personales.

Personales en el sentido de contar lo que quieran sin temor a ser reprendidos, de tener su material para siempre y 100% libre de tratos con empresarios que pondrán tu nombre en una obra o material pero nunca verás dinero de eso… son guerreros del sistema si los ponemos bajo la mirilla del medio.

Chester Brown es uno de ellos.

Yo lo conocí gracias a que tras tener la oportunidad de disfrutar “Maus” -gran cómic del que ojalá y tenga tiempo de escribir sobre él- tuve un interés de descubrir más autores como el Art Spiegelman. Encontré a Brown y a su patético “Ed the clown” un cómic que sin misericordia -ni sentido- narraba las desventuras de un payaso y el mundo cruel que le rodea. Un día camina por la calle y sufre una fractura brutal de su pierna y otro se aferra a su miserable vida mientras está en el tronco de una raíz mágica tratando de recuperar a su vaca mientras pelea con pigmeos que viven en las alcantarillas para terminar con la cabeza de Ronald Reagan en su pene… es toda una odisea.

Brown publicaba en “Yummy Fur”, revista canadiense independiente que obviamente da el énfasis de tener humor escatológico por montones, pero en un punto decidió publicar trabajos semi biográficos.  El primero de ellos fue “The Playboy” (1992) que hablaba sobre su obsesión con la pornografía -específicamente la revista del conejo- a tal grado que resulta enfermizo e hizo que el propio Hugh Hefner le mandara correspondencia tiempo después “I Never Like You” apareció.

Conocemos a Chester de adolescente y su vida que parece no tener rumbo durante los años 70’s. No es que se dedique a drogarse o a buscar tener sexo, simplemente Chester está furioso con la vida y lo demuestra con su aparente timidez. Durante el transcurso de la historia vemos que las mujeres tienen interés. Está Connie que comienza a notar que no es tan feo como dicen, Sky quien es menor que Chester y tiene unos senos enormes que lo distraen, y Carrie, la hermana de Connie que tiene unos ojos enormes y se desvive por él.

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Carrie es igual de problemática que Chester: ve en él al amor de su vida y prefiere tener un contacto físico brusco con él a nada.

Chester es un sujeto que es frío, come galletas a solas, prefiere sentarse a escuchar música y a dibujar en vez de salir y no puede decir “te amo”… hasta que conoce mejor a  Sky, y por primera vez siente algo.

Brown no tiene enemigo más grande que su propia indiferencia.

Chester no tiene enemigo más grande que su propia indiferencia.

Brown abandona muchas tradiciones de su pasado artístico y presenta un cómic en donde la página a veces sólo tiene un cuadro y este es asimétrico, casi minimalista (aunque decir esto resulta contrario con la “deformidad” de las viñetas). Manda al carajo los recursos narrativos para así generar un ambiente de soledad e insignificancia en el lector en un intento de hacerlo comprender su situación, una muy compleja, ya que Chester es un joven que puede ser un pendejo, pero siempre está solo. No recibe apoyo de sus amigos (que siempre se muestran como unos idiotas que acaban de descubrir la magia de las palabras altisonantes), le cuesta trabajo entender qué quiere, qué quiere hacer, y qué debe sentir con una persona… algo que creo que nos ha pasado a todos.

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¿cuántos de nosotros no hemos tenido esa confusión de mostrarte enojado a pesar de no estarlo?

El dibujo puede llegar a ser muy simple, pero creo que eso en conjunto con su estructura de viñetas le da un estilo único. En primera los cambios pueden ser bruscos, por una página hay una mísero cuadro de Chester y Carrie lavando los trastes y de pronto pasa a otro momento. La situación del salto en el tiempo donde vemos a su madre cada vez estar más y más adentrada en sus enfermedades mentales sin ver un cambio en Chester nos hace pensar en la profunda herida que le dejó marcado el hecho de ser así cuando no necesitaba serlo.

Si los momentos dramáticos se acentúan, también aquellos que describen momentos simples y hermosos. Son las únicas ocasiones donde Chester utiliza una voz en off para relatar con mezcolanza lo que hacía.

Si los momentos dramáticos se acentúan, también aquellos que describen momentos simples y hermosos. Son las únicas ocasiones donde Chester utiliza una voz en off para relatar con mezcolanza lo que hacía.

Hay que destacar la valentía de Brown por tratar de cambiar su estilo vulgar y presentar algo más sentimental le abrió más posibilidades y restauró en él una confianza de poder hacer algo más complejo. Tampoco es como si se sintiera apenado por su anteriores obras pero si uno sigue su trabajo, notará que a partir de este se dio el lujo de ser más experimental, sin dejar de ser atrevido.

“I Never Liked You” es uno de esos cómics que te dejan marcados, te hacen pensar en tu vida y en las veces que has sido un imbécil, nunca te podrás deshacer de dichas escenas plantadas en tu memoria pero aquí estás, leyendo esto y con una vida marcada de pros y contras. No busca que cambies, no busca que te apenes, busca otros compañeros de esta experiencia llamada “ansiedad adolescente”.

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