EL SHOW DE HORROR DE ROCKY (1975).
¿Qué es eso?
Es lo que siempre pensé cuando veía la portada que ante mis ojos resultaba tan llamativa como la luz amarillenta del foco a una polilla. Eran unos labios carnosos y rojos, el rojo puede ser muchas cosas: peligro, infantil, violento, furia, pero ese rojo era enteramente sexual; un par de labios rojos con un fondo negro, y nada más… ah, y algo sobre un tal Rocky.
En fin, seguí con mi vida, pero siempre me encontraba con esos labios seductores y sin saber exactamente de qué se trataba… me quemaba la mente saberlo. En mi mente se formularon muchas teorías, la primera era que era una especie de secuela de Rocky, pero el semental Italiano nunca contó con dichas armas, entonces era imposible esta opción… por un momento llegué a pensar de que se trataba de una película similar a “La Tiendita de los Horrores” (Frank Oz, 1986) y no estaba tan lejos, después de todo era un musical.
Mi curiosidad por fin fue saciada hasta la etapa adulta, y debo decir que fue el momento perfecto para poder haber visto El Show de horror de Rocky, pues deduzco que su encanto no hubiese pegado en un niño con la curiosidad por saber en por qué ese par de labios era tan importante en la historia del cine, aquel niño que de seguro se hubiera pintado los labios, usado los tacones de su mamá y cantaría en el jardín sobre ser un dulce travestiníngulo de transexualgo de Transilvania.
Brad (Barry Bostwick) y Janet (Susan Sarandon) son una pareja de enamorados que tras la boda de unos amigos, juegan con la idea del matrimonio incitada por Brad -y la oda que le dedica a Janet, teniendo de coro a unos peculiares y sospechosos granjeros-.
Emocionados, deciden antes de casarse, darle una visita al profesor Everett para darle la gran noticia. Mientras viajan por una noche lluviosa, el coche se les descompone y sin más qué hacer deciden ir a un castillo que está en ese rumbo. Lo que ellos no saben es que ese castillo tiene por dueño al Doctor Frank-n-furter (Tim Curry), un travesti que en vez de inmutarse de tener invitados ajenos a su círculo social, decide enseñarles su máximo logro: un hombre musculoso creado desde cero que responde al nombre de Rocky, y del cual el doctor Frank-n-furter está sórdidamente enamorado.
No es secreto alguno el fracaso de taquilla y crítica de El show de horror de Rocky, eso es fácil de entender, después de todo no es simple vender la oda de Richard O’ Brien al travestismo, rock’n roll, escultura grecorromana y películas de serie-B, pero fue tan inevitable y doloroso como el piquete de una abeja africana. La película abatida y desmembrada por la crítica encontró refugio en un grupo selecto de personas que la vio, la alabó, la recomendó, y le hizo un festival; hay funciones a la media noche, la gente se disfraza de los personajes, cantan, bailan, avientan comida y acabado esto siguen su vida normal ¿cómo pasó esto?
Mi teoría -y que no es del todo alejada- es que el musical tiene una idea de connotaciones sexuales muy fuerte para la época. A pesar de tener un tono burlón, la presentación del libertinaje sexual y preferencia sexual no era algo que vieras a menudo, mucho menos tratándose de travestismo y sobre todo en un cine que no fuese XXX. Esto alude mucho a la idea personal del mismo O’Brien, quien no se encuentra a gusto entre un género e identidad sexual.
Quizás esto no presente mucho conflicto en estos tiempos -tiempos en los que hemos avanzado de manera sorprendente en cuanto al derecho de amar del ajeno- pero estamos en 1975, dos años después de que la homosexualidad dejara de ser considerada una enfermedad mental -y ese mismo año surge de manera controversial el musical-, la sociedad trata de adaptarse ante esta idea, y dos años después se tendría al primer hombre abiertamente homosexual en un cargo público. En ese 1975 gran número de homosexuales, travestis, transgéneros y simplemente fenómenos sociales se sienten identificados con Frank-n-furter, quien más que ícono es un santo por su seguridad y valentía.
Sus víctimas son Brad y Janet, par de jóvenes que a primera instancia son conservadores y formados en una sociedad que no les permite la exploración sexual, es por ello que su encuentro con el doctor Frank-n-further les causa conmoción, y los incita a buscar más allá, siendo notorio el caso de Brad. A pesar de su sexualidad libre y hasta cierto punto infantil, la película tiene la función de faquir, y nosotros como cobras estamos hipnotizados.
Es notorio el trabajo de O’Brien, es su bebé después de todo, pero necesitó de un director que fuese capaz de entender su estilo bizarro, encontrando en Jim Sharman (director de películas de horror simplonas) al compañero ideal para este proyecto, tan ideal que los dos trabajarían en una secuela espiritual en los próximos años. Tiene un estilo kistch delirante, uno que atrae a fanáticos del género, no es raro encontrar fanáticos de Pink Flamingos y los filmes de Ed Wood entre la audiencia de El Show de horror de Rocky.
Tim Curry es magnífico como Frank-n-furter. Tiene una finura que ciertas mujeres envidiarían (hasta corre en tacones) y es un villano espléndido, no lo odias, y siempre estás esperando qué más puede hacer, es un ser con una sexualidad dominante en cada género, y uno que es ambiguo al grado de hacernos pensar seriamente si es una mujer u hombre. Además de poseer una voz potente como pocas.
Susan Sarandon… Jesús, no puedes exhalar cada que está en el número musical, su físico es bellísimo, y una voz aguda que esperarías de la damisela en peligro (y uno que otro orgasmo suelto).
Por su parte, Barry Bostwick como Brad es un hombre cuyo parecido a Johnny de “La noche de los muertos vivientes” debe ser a propósito, no opone mucha resistencia a los encantos del Doctor, y es notorio su disfrute. Bostwick no se ve ni se siente cómodo a la hora de usar corsé como Tim Curry, pero esto ayuda mucho a su personaje y su gradual aceptación sexual.
Y mi personaje favorito: Magenta. Una sirvienta de voz grave, pelo chino descuidado y que siempre trae una cara larga, a menos que esté cantando donde se luce y cambia de gestos tan rápido que pensarás que se trata de un truco de magia.
Y bueno, se ve barata, se nota barata, y los diálogos son acartonados, pero es la intención, ahora sí hablamos de la música… es otra cosa. Los números musicales son inolvidables, las letras pegajosas y es notoria la influencia del rock de Buddy Holly, el surf rock, y el glam rock de Gary Glitter y Roxy Music, y aún así logra una notoria identidad entre los demás musicales.
Elegir una canción de entre todo el musical es la labor más difícil que tendré de la semana; por ser notoriamente complicada, elegiré dos. La primera es Time Warp, imposible no querer bailarla al escuchar tan simples pasos, además de que tiene la deliciosa voz gruñona Magenta, y la maniaca voz de Riff Raff, ideal para ponerla en la fiesta de Halloween de todos los años,
Y su segunda parte: el solo y la introducción perfecta a uno de los villanos más memorables del cine. Shockea a la audiencia a primera instancia por su look, por su porte y su voz (todo por Curry). Y nos deja ver la mentalidad y personalidad egocéntrica del personaje, la que le causará mil desgracias no sólo a Brad y a Janet, sino a su propio séquito, pero le perdonamos todo, nos seduce a tal grado que ni Marlene Dietrich pudo haber pensado.
Es una ironía de la vida pensar que ahora reconocemos de inmediato a El Show de horror de Rocky, lo parafraseamos, lo cantamos e idolatramos ¿Los fenómenos ganamos o ya no existimos? la pregunta rondará en el aire, mientras tanto agradecemos por 40 años de una bomba de sexo que nunca debió de existir, pero nos sentimos afortunados de tenerla.
Siempre hay una primera vez para adentrarse al mundo de el Show de horror de Rocky, nunca hay una última vez.