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EL CINE LO ABARCA TODO

O breve reflexión en torno a la búsqueda de la originalidad…

Debido a un contagio de huevitis aguditis, y si me lo permiten, esta colaboración la dediqué para reflexionar en torno a mis experiencias como escritor de cine, aún instalado en la rama amateur.

Estimulado por un concurso de guión cinematográfico, de los primeros que se efectuaron en territorio nacional hace algunos años, como todo buen aspirante, me di a la tarea de buscar una premisa interesante para desarrollar un tema que reflejara mis particulares obsesiones dramáticas. Como la inspiración suele venir de los eventos más fortuitos e inesperados, observando con curiosidad un documental en Discovery Channel, de repente me topé con un tema que parecía externar una originalidad fuera de lo convencional: la combustión humana espontánea; fenómeno en principio paranormal que deja reducido a cenizas el cuerpo de las víctimas, salvo las extremidades inferiores que permanecen intactas de manera inexplicable.

Según la opinión de varios creyentes del tema, este fuego se origina a partir de una fuente desconocida, producto de una fuerza misteriosa y llevada a cabo en el interior del organismo biológico. Hecho carente de argumentaciones o teorías sólidas y concluyentes hasta la fecha, dichos siniestros aún no encuentran acomodo en la investigación científica objetiva y más bien la descripción de sus causas y efectos se dirigen hacia la mórbida tesis paranormal, ofreciendo un leitmotiv mórbido dada mi inclinación por el cine de corte fantástico.

La investigación hubo de profundizarse en otros medios, ya que como todo buen escritor, es obligación realizar una búsqueda rigurosa de información en fuentes confiables y algunas otras más de acento amarillista. Con un panorama más claro y amplio sobre el tema, el siguiente paso fue realizar una búsqueda en la filmografía mundial para comprobar la nula existencia de películas de ficción que hayan tratado el tema de manera formal o tangencialmente, esto mientras redactaba los primeros borradores del argumento. Fueron en total tres versiones cuyo producto final se título “Los restos de una mujer”…

En el transcurso de la exploración iconográfica, el primer dato de interés puede calificarse como un verdadero hallazgo: Charles Dickens en su novela “La Casa Desolada” aniquiló a uno de sus personajes por medio de la C.H.E. para abreviar. Este atrevimiento le costó al literato ser sometido a un severo cuestionamiento sobre la validez o absurdo del fenómeno, sin considerar la orientación a la fantasía del autor de Cuento de Navidad. Debo reconocer que esto me provocó algo de inquietud, ya que si un reconocido escritor encuentra detractores por estas minucias a pesar de narrar una ficción, ¿qué podría pasar con un  guionista  amateur? Volviendo al ámbito cinematográfico, la primera película que habla sin tapujos acerca de estas muertes extrañas ocurre en una aventura de Blue Demon, Las Arañas Infernales (1968,) churro dirigido por Federico Curiel. Valga decir que la producción se conforma con chorear una supuesta hipótesis más no la recrea, ya que el luchador ¡ejemp! “científico” se avienta un discurso acerca de los neutrinos, partículas inestables cuya energía puede ser la causante de la destrucción corporal, esto mientras examina el esqueleto de un extra dentro de un auto atacado minutos antes por los marcianos arácnidos.

No estoy seguro que David Cronenberg haya tenido en cuenta la combustión espontánea a la hora de realizar Scanners (Telépatas, Mentes Destructoras. 1981) dado el componente surrealista de sus filmes a los que despoja de cualquier atisbo maniqueísta. Lo que resulta obvio para quien observe con cuidado y conozca del tema, es que la inmolaciones de algunos personajes describen con un detallismo sobresaliente, varias de las características que los devotos señalan como de origen sobrenatural, sobre todo el fuego que se origina telequinéticamente. Hay también harta combustión en Blade II, la película de Guillermo del Toro cuyos decesos no ocurren por causas asociadas a la C.H.E. más bien es un efecto secundario por el acero de la espada del héroe afroamericano, chamuscada producida por el éxtasis de la agonía, un fuego interno que reduce a cenizas a los adversarios descendientes de Drácula; todo ello por medio de un efecto computarizado que ha perdido parte de su fuerza.

Sin embargo, ha sido la animación para adultos la que aparte de propinarme una cachetada con guante blanco; popularizó el tema tomando eso de lo espontáneo a guasa: en una fantasía pergeñada por Stewie, el infante psicótico de Padre de Familia, Peter Griffin se autoincendia por puro aburrimiento en medio de una tertulia de esnobs, subrayando lo absurdo de la situación. Los moneros Trey Parker y Matt Stone se muestran menos amables y más ácidos de costumbre para contar una historia delirante. Para Randy Marsh, padre de Stan, la combustión humana espontánea se origina debido a la acumulación de gases en el sistema digestivo, ya que las flatulencias de la humanidad, y en particular, el metano de los habitantes de South Park, además de dañar la buenas maneras, están destruyendo la capa de ozono originando una ola de calor que agobia a la comunidad, hasta crear una descarnada encrucijada: o pedorrearse para evitar morir pulverizado por causa del fenómeno intestinal, o comiéndose las flatulencias para salvar al clima global con la salvedad de tronar como fuego pirotécnico; eventos que traen consigo el ambiente de paranoia colectiva y clima de linchamiento a los que son tan proclives toda esta caterva de ultramontanos; acogiéndose en última instancia al fundamentalismo religioso como placebo para sobrellevar la situación. Utilizando un lenguaje similar, para cagarse de risa.

Un poco maltrecho en el ego debido a la falta de humor en mi texto ya que siempre me planteé la elaboración de un drama oscuro y violento preservando el marco fantástico del fenómeno, esto mientras los científicos serios no encuentren una tesis satisfactoria que deje contentos a todos; fui con mi historia al festival en cuestión con un bonche de copias para invitar a participar a quien lo deseara (profesionales dedicados al cine, por supuesto) en la futura producción que arrasaría en cuanto foro nos abriera las puertas. El único apoyo conseguido hasta la fecha por este argumento casi borrado de mi memoria, fue que una copia pudo ser autografiada con gusto y cariño por Leticia Huijara, excelente actriz y mejor ser humano y un simpatiquísimo Jesús Ochoa pasado de copas… Borrachera en los límites de la bacanal en el cierre del otrora Expresión en Corto con un resultado no por previsible menos doloroso: una premiación que galardonó a guiones sobre la diversidad sexual, dramas de fórmula que acrecentaron el inventario del banco de guiones de un certamen que desdeña como política implacable cualquier seña de originalidad y atrevimiento en temas no tan convencionales para el cine mexicano, el extravío del guión con las rúbricas de los actores rolando por quien sabe carajos donde y la certeza a modo de cruda moral de que el cine ya lo ha dicho y abarcado todo; originalidad mis polainas…

 

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