MAXIMUM OVERDRIVE (1986).
Amo a Stephen King, no tanto como para que fuera lo primero que vociferara – que creo fue “guaguau”- pero sí para que fuera mi segundo autor favorito en la infancia. Cuando tenía dinero ganado por lavar coches o de mi mesada, lo que hacía era ir a las librerías y supermercados cercanos a mi casa para comprar unos cuantos ejemplares de lo que fuera. Las primeras impresiones que tuve con King fue gracias a un paquete de rebaja en donde venía Cujo, El Retrato de Rose Madder y Dolores Claiborne. Temáticamente estos libros hablan de mujeres que afrontan situaciones muy jodidas, aunque esta idea quizás no la había pensado el que pone los precios mirando con tedio a los visitantes del supermercado. Esta colección de rebaja siempre me dejó marcado, porque lograron perturbarme.
Fue gracias a estos libros que me hice adicto al trabajo del autor y cada que veía un título de él, lo copraba. Con asombro me dí cuenta de que el hombre tenía no una, ni algunas… cientos de adaptaciones, pero con ello también descubrí de que no todas eran oro; aún así mi fascinación por King siempre va a dictaminar de que vaya a ver una obra suya o de que cada que salga un libro nuevo ahí estaré.
El propio Stephen King llevaría al cine una de sus obras, y de entre todas las que pudo elegir… fue una con camiones asesinos.
¿Por qué Stephen King en capacidades de dirigir uno de sus proyectos, eligiría la opción de adaptar “Trucks” que no es recordada como de entre las mejores historias de su amplio catálogo?
Hay que entender algo de su vida. King se encontraba en un duelo personal por su adicción a las drogas que duró una década entera. Había momentos de lucidez que le permitió continuar con trabajos como Misery, Eso, El Talismán y las dos primeras entregas de La Torre Oscura, pero la mayoría del tiempo se encontraba en un estado alterado en donde no recuerda haber realizado muchas cosas. Esto de seguro se mezcló con la idea de que se encontraba carente de una identidad que pudiese adoptar como estable. Los críticos lo odiaban pero esto no se veía reflejado en las ventas que siempre eran ascendentes y la insistencia de los productores de querer adaptar sus obras.
En un arranque de ego decide dirigir sin tener noción de cómo hacerlo, y asegura que “es momento de que alguien haga bien a Stephen King“, y esto es el catalizador de lo que es la película… porque es mala y afecta depende de lo que busques y de lo que significa King en tu percepción. Por un lado aprecias que se haya entregado a hacer un proyecto que es estúpido, que entrega basura y él entiende que es basura, dedicada a satisfacer las necesidades de un público que siempre ha querido ver el escenario ficticio en donde las cosas sin alma de pronto cobren vida. Por el otro lado, su ineptitud como director y guionista constata el hecho de que no quisiera adaptar sus obras más complejas.
Yo creo en lo primero. Claro, no es una obra buena, pero cumple a medias… porque King se da tiempo de ser estúpido, aunque no llega a las cantidades que pudo lograr teniendo el tiempo y apoyo de Dino de Laurentis, uno de los productores más nefastos de todos los tiempos.
Las escenas de caos son memorables, que incluso envuelven a sus personajes principales que no actúan bien, dejándolos en una atmósfera de “over the top” fascinantes. Y es que ¿En qué otra película ves un camión con la cara del Duende Verde, a una máquina de refrescos asesina y a una mesera que tiene un dilema creacionista con una metralleta? (Cabe mencionar que lo de la máquina de refrescos no sólo fue usada en una ocasión).
Y quiero más de eso, pero hay un freno que representa lo que King y su adicción son: desinterés. No aprovecha todo el escenario, alguna lógica de las cosas no siempre es coherente -¿Por qué a veces pueden escuchar a los humanos y a veces son sordas?- y tanto principio como final son recursos muy baratos que de seguro pensó en post-producción.
Emilio Estevez recién había salido de las películas de adolescentes como St. Elmos Fire (Joel Schumacher, 1985) y El Club De Los Cinco (John Hughes, 1985) y… apesta. No es muy expresivo y tiene un romance que no fluye por no tener química, y se supone que este tipo es el que nos va a liderar en un grupo de personas con armas enfrentando camiones. Ni hablemos de los otros integrantes del grupo porque son igual de blandos o… por el contrario, demasiado molestos.
¿Hay algo bueno en toda esta película? Sí, sí lo hay.
AC/DC.
Una de las bandas predilectas del autor -que siempre es a debate si AC/DC o The Ramones es su favorita- musicaliza la película de principio a fin; no escuchas otra cosa más que esa guitarra que es tan definitoria del grupo, en lo que es un gran álbum recopilatorio que recupera temas abandonados en discos que no tuvieron éxito. Era la banda sonora que esperarías de semejante idea que exuda testosterona sin fin.
Quizás haya hecho Maximum Overdrive para que la gente entendiera que él era una persona común y corriente, pero otros han tenido la oportunidad de juguetear con un planteamiento serie-B y obtenido éxito. No se entiende cómo una de las mentes más capaces en el mundo del terror literario se diese por vencido ante una película que trata sobre artefactos asesinos. Pero vamos, no es la peor adaptación de Stephen King ¿Oh sí?
El legendario trailer de la película, ustedes juzguen si se encuentra en sus 5 sentidos.