DÍA DE LOS MUERTOS VIVIENTES (1985).
La invasión zombie nos ha tomado por sorpresa, en series de televisión, cómics, libros, videojuegos, incluso en comida y aspectos tan serios como considerar las posibilidades de un ataque de dicha calaña. Los zombies nos han devorado, ya no necesitan romper el cráneo para volver a una persona idiota, dale un celular o redes sociales y estará babeando en cuestión de días. Quizás para estos tiempos el subgénero ya no presente un punto y aparte, pero tenemos que recordar y hacer un viaje al pasado, pues en esos tiempos una película de este tipo detenía al mundo.
Y el principal trasgresor de esto era el legendario George A. Romero.
Romero inició la etapa moderna del zombie con “La noche de los muertos vivientes” en 1968, y diez años después aparecería su otro capítulo con “El amanecer de los muertos vivientes”. Estas películas no sólo sobresalen entre los fanáticos de los cadáveres devora tripas, sino que son de suma importancia dada su crítica social y claro… el mero hecho de violentar a la gente te gana el derecho de obtener ese logro. Para 1985, el mundo se quedó a la espera de la tercera parte de esta saga, ahora, recordemos que décadas atrás, la idea de una trilogía era universalmente conocida como el capítulo final -salvo excepciones como Freddy, Jason, y Bond- y las expectativas estaban en el aire. Day of the dead apareció… y no encantó; tachada de inferior a las anteriores películas no fue sino hasta años más adelante que la (en ese entonces) parte final comienza a tener una mejor aceptación, y a mi parecer y gusto personal, es la mejor de la trilogía clásica.
Sarah Bowman (Lori Cardille) está en el piso de una habitación enorme y blanca, su posición a manera de feto nos deja algo de desconfianza (no hay secuencia de créditos inicial, la película abre con esta escena) se acerca a un calendario y podemos ver nuestro mes favorito tachado, Sarah cambia de expresión al tratar de dar la vuelta al calendario, para dar inicio a un nuevo mes, una nueva vida… para después, tener uno de los momentos que no importa qué tan viejo me vuelva siempre me espanta.
Sarah se encuentra en un helicóptero y con la ayuda de Miguel (Anthony Dileo Jr), John (Terry Alexander) y Bill (Jarlath Conroy) están buscando sobrevivientes con la ayuda de un megáfono en Florida. Los gritos de Miguel golpean la ciudad desolada, para después darnos cuenta de que no hay una alma… por lo menos humana.La secuencia tiene un gran impacto entre la audiencia que está acostumbrada a las anteriores partes, pues la aglomeración de zombies resulta desesperanzadora y representa una amenaza que va creciendo como incendio forestal.
Así comienza la película, y constatamos que la gente se las ha visto negras, a tal grado de tener que vivir en bases subterraneas. La base donde vive Sarah es donde transcurre toda la película, y donde vemos la interacción forzada entre un grupo de militares y unos científicos. Los científicos son liderados por el doctor “Frankenstein” (Richard Liberty) quien ha estado descubriendo cómo es que funcionan los zombies, y aparte ha logrado domesticar a uno que recibe el nombre de Bub (Sherman Howard). Todo este experimento de “socialización” lo llevan a escondidas, pues el Capitán Henry Rhodes (Joseph Pilato) encima de odiar a todos los que brindan servicio a la ciencia considera que todos deberían servir a sus protectores. Es en medio de esta lucha de tiranías y poder, que Sarah trata de buscar un trabajo en equipo, mientras tanto, los zombies siguen rondando la tierra.
La película tiene los mismos patrones de muchas de las películas de zombies de Romero; la exploración del ambiente y sitios la salvación de sus habitantes, las interacciones sociales y el conflicto de intereses que de manera irónica demuestran el fracaso de una sociedad de velar por acontecimientos más complicados que deberían arreglar. Parte del fracaso de esta tercera parte, es que la audiencia esperaba algo enorme, pues habíamos pasado de una casa, a un centro comercial. Originalmente el proyecto de Romero involucraba una película de zombies la cual la palabra épica le quedaba corta, nunca nos ha dado una probada de dicho proyecto pero es muy probable que la idea se adaptaría con “La tierra de los Muertos” (2005). Lo que tenemos es un ambiente claustrofóbico que si bien puede ser decepcionante para aquellos que esperaban no sé… Disneylandia, permite adentrarnos en el conflicto de interés de los personajes, que están hasta el cuello cubierto de mierda.
Inusual para las películas de zombies de Romero, el protagonista es una mujer, y una que fácilmente entra entre las heroínas rudas. Sarah tiene los ojos apagados, su complexión es descuidada, y está rodeada de hombres, hombres que tienen deseos y no desaprovechan oportunidad alguna para hacerla menos y reclamarle de que no se acueste con ellos… y siempre está con la frente en alto, tratando de pensar en positivo y en equipo, algo que hace falta en esta base militar.
Y es que Sarah se encuentra en una situación de pierde/pierde si decide seguir uno de los caminos de este lugar.
El doctor “Frankenstein” ha perdido su cordura, y pasa más tiempo con Bub que con los humanos, a un grado enfermizo de desarrollar un ambiente familiar con los cadáveres hambrientos, y es el único que se pone frente a frente con el peor cabrón que puede existir en este lugar: el capitán Henry Rhodes.
Algo interesante que ha pasado con los años, es que no lo veo como el villano en su totalidad. Sí, es un loco desquiciado, en más de una ocasión su gritadera me causa risa y me satisface ver su final, pero, por un momento ponte en su lugar; eres el encargado de tu base, la comida escasea, los hombres de tu pelotón se cuentan con los dedos, y el sujeto que debes cuidar te oculta su trabajo ¿no te volverías loco? como el buen Nabokov y su infame “Lolita”, se nos ha vendido la idea incorrecta sobre quién deberíamos de estar abucheando.
El día de los muertos vivientes me parece que era la más colorida de la trilogía original en cuanto a zombies; los vemos con uniformes de oficio y una que otra curiosidad (alerta de zombie payaso activada) y tiene un gran acierto en Bub, un zombie que despierta nuestra curiosidad, y sentimos empatía por él. Repito, empatía por un ser que desmiembra humanos a diestra y siniestra, pero es innegable que queremos ver el progreso de Bub en la sociedad, aunque también pensándolo, el concepto de un zombie integrándose a una sociedad que no puede ni consigo misma es fatalista.
Hay una palabra que describe el score de la película: tropicalón. No sé si es por el lugar en el que se desarrolla, pero el trabajo de John Harrison me rememora a un ambiente caribeño; no por ello es malo, de hecho el tema principal es hipnotizante, y más de un fanático de Gorillaz se sentirá como en casa al oírlo. Harrison exacerba el ambiente y hace del uso de la música algo que acentúa el frenesí de lo que ocurre, pues la mayoría de la película transcurre casi sin este.
https://www.youtube.com/watch?v=LwHQltabnxU
El Día de los muertos vivientes fue la segunda de la trilogía de Romero que pude ver, siendo la última “El amanecer..”, esa no apareció en mi vida hasta la llegada del remake. Recuerdo que en todo momento tenía un sentimiento de depresión y desolación, como el que te genera estar por mucho tiempo en tu cuarto o en la cama de un hospital, un dejo de existencialismo y temor a morir surgen en tu cabeza cuando andas en estas situaciones, me impactó mucho, pues tampoco es una película repleta de zombies. Sabe cuando echar la carne al asador, y el clímax es un referente de la manufactura de Tom Savini, gurú de efectos especiales que se luce tanto en las escenas gore, como en el diseño de los zombies.
El final es el más optimista de las tres, pero es lo menos que podía pasarle a esta suerte de criaturas que se dicen ser humanos, y ¿saben algo? después de todo esa sensación de impotencia latente en la película y tu corazón, está bien terminar de esa manera, démosles el beneficio de la duda, quién sabe si mañana terminarían devorados.
El trailer es uno de los mejores que existen en la historia de los trailers… si eso no te convence de ver la película, nada lo hará.