LA INVASIÓN DE LOS USURPADORES DE CUERPOS (1956).
Para comprender el “boom atómico/paranóico” (término que nos inventamos el día de ayer), uno tiene que mirar hacia al pasado e imaginar la situación. Son los 50’s y la segunda guerra mundial pasa a los estantes de la historia, Estados Unidos y la U.S.S.R están peleadas y da la casualidad de que son las potencias más importantes de nuestro planeta. La primera siempre ha tenido un sentimiento de “pureza” por su estilo de vida americano y considera como “amenaza” la forma de pensar de un comunista, o básicamente la que no sea la suya. Por su parte, la U.S.S.R tiene un crecimiento impresionante con otro sistema de gobierno y una economía que comienza a obtener otros países entre sus creyentes y aliados.
Aún con todo eso Estados Unidos se encuentra en una estabilidad económica sorprendente, con tecnología que hace que esos sueños de tener un televisor en casa se unan a los de tener una sonda espacial que ronde por nuestra órbita o de tener más de un coche en la familia. Si fusionamos estos elementos –cosa que Hollywood realizó durante más de 10 años- nos encontraremos con que el cine de esa época resulta ser predicador de forma amenazadora de las impurezas que vienen a afectar a la nación más poderosa del mundo, cine de propaganda, pues. Hay grandes ejemplos de sub género, pero el que irónicamente representa su punto más alto también es uno que genera controversia por lo que intenta decirnos en realidad, y también porque, a diferencia de sus hermanas… no vemos ni una nave espacial.
El Doctor Hill (Whit Bissell) es llamado a atender a un hombre que padece de un ataque de histeria, cuando llega este sujeto se identifica como el Dr. Milles Bennell (Kevin McCarthy) e intenta explicarles a todos que se encuentran bajo amenaza. Ya que al visitar el pueblo de Santa Mira para tratar una serie de casos de Síndrome de Capgras que azotan el lugar, comienza a descubrir de que la noción de sus pacientes comienza a ser cierta: sus familiares parecen ser suplantados por algo. No le toma mucha importancia y sigue coqueteando con Becky Driscoll (Dana Wynter) quien fuera una antigua novia y con la que se ha reencontrado tras muchos años y un divorcio. Una noche de cena y baile es interrumpida ya que su amigo Jack Belicec (King Donovan) le habla con mucho temor a su mejor amigo: acaba de encontrar un cuerpo con características similares a él en su casa.
En efecto, La invasión de los usurpadores de cuerpos es una de esas películas en las que el 90% de las reseñas, textos, y ensayos, derivan en su posición política. Unos argumentan encarecidamente que la película de Don Siegel habla sobre la “caza de brujas” que ocurrió con el senador Joseph McCarthy, y por otro lado, que la película tiene un mensaje de miedo por parte de su nación ante la invasión del totalitarismo en una comuna.
El mensaje que se le adjudica a la película es por parte de gente que siente reflejados estos temas a pesar de que no era la intención, concuerdo con Siegel, no es tanto eso sino que se trata de una película de suspenso y terror puro. Y es que “La invasión de..” es una muestra de que no necesitas de tener grandes efectos o momentos grotescos para infundir miedo entre la audiencia.
Funciona gracias a la invasión que ocurre de manera repentina en el poblado añorado de un hombre, el cual abandonó para seguir con su vida y que por un momento encuentra con alegría gracias a un viejo amor. El progreso de los extraterrestres es amenazador y casi no lo vemos, no hay nada que se pueda hacer, no se puede evitar, sólo queda huir de un poblado que cada vez actúa más raro, y no se tienta el corazón a la hora de mostrar su final, uno que resulta escalofriante incluso para estos tiempos.
Kevin McCarthy tiene una excelente química con Dana Wynter, al grado de que uno está viendo la película y por un buen rato parece que esta será una película romántica, se olvida que hay un plan escabroso por parte de unos seres de otro planeta pero eso no significa que sea pésima, al contrario. Queremos ver a estos dos ser felices, los vemos con una tensión sexual implícita (recordemos que son los 50’s, no hay escenas de sexo pero sí se las arreglan para darnos a entender que lo hacen). Su desenlace es uno de los golpes más fulminantes en las esperanzas de los espectadores en la historia del cine y también hace que omitamos ciertos elementos que no tienen mucha lógica dentro de la película -como el funcionamiento de los usurpadores de cuerpos y la tan espantosa narración que detalla cosas que estamos presenciando- pero esa es la virtud de un buen truco de magia: el que no pienses en cómo lo hizo o que se ven los cables, sino que el mago tiene presencia.
La invasión de los usurpadores de cuerpos ya tiene 60 años presagiando la amenaza de unos seres que, independiente de que sean de otro planeta, no actúan con violencia, y buscan un lugar para vivir… creo que esta idea de amenaza hacia los Estados Unidos aún se puede palpar con una tensión que nunca se ha calmado. Pero, yo sólo me imagino a la poca audiencia que vio esta película en su tiempo (porque sí, fue un fracaso de taquilla): acabas de ser testigo de unas plantas que usurpan las identidades de aquellos que conoces en tu ciudad, y la única forma de evitarlo es no dormir, piensas eso mientras te recuestas en tu cama para intentar descansar pero no lo logras, le das vueltas y vueltas al asunto hasta que ves los primeros rayos del sol en un nuevo día. Tus ojeras son tan notorias al grado de que al salir por el periódico matutino el vecino te ve.
La pregunta es si te ve con curiosidad o porque sabe algo.