Nadie piensa que hacer una película es fácil, de seguro el que menos piensa esta falacia debe de ser Terry Gilliam; si uno echa un vistazo a su filmografía, se encontrará que muchas de sus películas tienen un gran número de problemas acumulados que harían que uno con la mitad del temple de Francis Ford Coppola ya hubiese buscado una escopeta para arreglar su situación de vida.
Y todo este tipo de problemas inició con Brasil; la película fue la fuente de un conflicto entre Terry Gilliam y Universal Studios; el estudio no estaba contento con el producto final de Gilliam, y como todos sabemos lo grandioso que fue meterle mano a Blade Runner, siguieron el ejemplo de Warner Brothers para cambiar el final que les parecía “pésimo” y optaron por uno más agradable al público.
Eso es tratar al público como un niño chiquito, es esperar que la gente no piense en lo que se les presenta y velar por sus supuestos intereses, es volverse el padre censurador, el que no quiere incomodar…y por supuesto que Gilliam dio un tremendo brinco al ring, y cuál Hulk Hogan se arrancó la playera dispuesto a pelear por su visión.
La pelea duró mucho tiempo, y Gilliam empezó a atacar las decisiones del estudio a través de anuncios publicitarios que él mismo pagó; Universal en respuesta detuvo el filme de su fecha de estreno, y fue hasta que Gilliam empezó a hacer funciones privadas y que la película obtuviese premios por parte de la asociación de críticos de Los Angeles, que el estudio con el rabo entre las patas accedió finalmente a sacar la película, obteniendo así un gran “jódanse” por parte de Gilliam. Es tanto el problema de la película, que incluso tiene problemas de distribución; De no haber sido por el cariño que Criterion le ha puesto al proyecto, nos quedaríamos con versiones estándares de la película por parte de 20th Century Fox y Universal.
Como podrán notar, la película tiene una historia tan extensa de lo que le pasó, pero fuera de ese detalle ¿Qué hay con Brasil? fácil: una de las películas más audaces e interesantes que salieran en los 80’s.
Es el futuro, y no es nada agradable; una atmósfera de mugre y urbanización ronda por todas partes, y el sistema está sobre ti todo el día. Por un error causado por una mosca muerta, una máquina manda a buscar a Archibald Buttle, en vez de Archibald Tuttle, este termina siendo apresado y “desaparecido”.
Por otro lado, en lo más recóndito de una oficina amontonada de máquinas, papeles, y trabajadores que prefieren ver clásicos del cine antes que hacer sus trabajos, existe un hombre llamado Sam Lowry, su trabajo no le satisface por completo. Verán, Sam tiene hambre de vivir una aventura, más allá de su simple vida, está completamente inconforme con su situación, y cada que puede, fantasea con la posibilidad de volar y conocer a la mujer de sus sueños.
Mientras eso pasa, Lowry también está en conflicto con su madre controladora, conoce a un rebelde que arregla aires condicionados, y encima de todo, parece que la mujer de sus fantasías existe…aunque no es tan dulce como la que aparece en su mente.
Brasil es atractiva desde el primer momento, y eso es gracias a su grandiosa producción; vemos una ciudad con pocos espacios, llena de mugre, y aparatos que parecen inútiles, que enclaustran al usuario; los seres humanos como personas individuales no existen, son hormigas que contribuyen a que el sistema sea el mejor (dado que es el único). Es una crítica muy similar a la que podemos encontrar en “Tiempos Modernos” el hombre que termina siendo devorado por el sistema, el capitalismo, la burocracia y la industria, pero Brasil tiene un “delicioso” humor negro. Lo refiero así, pues es una película indudablemente difícil de ver.
Si bien es maravillosa a un nivel visual, hay un aire de depresión palpable en toda la película, no sabes si reír o llorar con las situaciones que suceden a lo largo de toda la película, incluso hay momentos donde uno como espectador se siente incómodo por la situación y lo grotesca que puede resultar la violencia y sobre todo la ineptitud de los personajes… al final de cuentas todo es por el bien de una sonrisa dentro de cada uno de nosotros, una sonrisa confusa y que es muy probable que no aparezca hasta la tercera o cuarta vez que intentemos ver la película.
Jonathan Pryce ya había sorprendido a todos con su actuación en “Something Wicked This Way Comes”, pero es en Brasil en donde tuvo su gran oportunidad, y es un personaje sumamente triste. Apegado más a su sueño que la realidad, Lowry entra en un conflicto absoluto cuando se da cuenta de que estos dos mundos se mezclan, decide mandar a la mierda todo por el amor absoluto y real (de nuevo, entrando más en su fantasía). Lowry es un personaje muy depresivo, pero creo que uno se identifica mucho con él ¿Cuántos de nosotros no le tenemos fobia al trabajo burocrático? ¿Cuántos de nosotros no queremos tener alas para salir de nuestros problemas y volar hacia un amanecer junto a nuestra damisela en peligro? Pocas personas lo dicen, pero Lowry representa nuestros miedos conforme vamos creciendo y debemos asumir la realidad aplastante frente a nuestras esperanzas y fantasías que… en ocasiones pueden ser bobas.
Mentiría si algún otro personaje tiene más desarrollo que él, pero creo que esa es la intención: hacernos ver la vida de un hombre gris, con materia explosiva multicolor en un mundo gris y con personajes grises y crueles. Eso no indica que no tienen alguna calidad. Robert De Niro es bastante gracioso como un rebelde del sistema que arregla sistemas de aire sin la necesidad de un registro burocrático (personaje que al final queda derrotado por lo que más temía en una de las secuencias más bizarras de la película).
Igual es agradable encontrar a Bob Hoskins en un papel que quizás me recuerde a Super Mario Bros más de lo que debería; y un exasperante y detestable Michael Palin, muy alejado de Monty Python y más como el hombre que ha perfeccionado la vida dentro de este infierno, para celos de todos incluyendo a Lowry.
Brasil tiene una fantástica música del fallecido Michael Kamen.Kamen usa el tema de Acuarela do Brasil, dando más fuerzza al mito sobre el posible origen del título de la película (Gilliam estando en la playa y observar a un hombre solitario en ella escuchando la canción mientras el clima era atroz). Este tema, con variaciones que la hacen dinámica en todas las escenas, es inolvidable, vuelve la fantasía de Lowry como el motor principal tanto de sus acciones como del sonido que apreciamos, es decir, es la gasolina de cada acción arriesgada que hace este hombre. También aparece un tema muy renimiscente de un solo de sax como esos de los que oímos o asociamos a los detectives, u hombres solitarios; este tema aparece muy poco pero condensa lo que realmente vive el personaje, un momento de reflexión y de suspiro mientras otro tema lo devora, otro más amenazador y que constituye el sistema, para luego explotar con…cómo no: Acuarela do Brasil.
Mi tema favorito sin duda alguna tiene que ser el opening de la película, desde la primera vez que vi la película me cautivó mucho la originalidad de Kamen y el uso tan divertido del tema principal, aunado a los sonidos de máquinas de escribir. Nunca he escuchado algo tan creativo como eso. Dura muy poco, pero si te engancha, es muy probable que todo el trabajo te agrade, lo recomiendo mucho, de los mejores de Michael Kamen.
No es fácil de ver, pero conforme he crecido le he dado más oportunidades, y me encuentro con un trabajo valioso y que también representa la pelea por la libertad de expresión que todos los cineastas deben de lograr, y eso es algo de lo que Terry Gilliam debería de estar orgulloso: su visión, para bien o para mal de nuestros ojos y pesares, se logró, y esos estudios malévolos se fueron a sus cuevas chupando sus heridas: “otro día será” se lamentaban.