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ANSIEDAD ADOLESCENTE ACOMPAÑADA DE PROTUBERANCIAS: BLACK HOLE

Por: Deusdedit Diez de Sollano Valderrama

El “Teenage Angst” (ansiedad adolescente) es un tema que todas las épocas lidian entre sus jóvenes; nosotros lo padecimos, nuestros padres no fueron la excepción, y es muy probable que hasta nuestros abuelos hayan sido partícipes de batalla épicas por una generación que domina a la otra. Es una sensación de no saber qué debemos hacer con nuestra vida, una presión que nos devora al pensar en una carrera, una familia, estabilidad social y emocional.

La ansiedad, (en cualquiera de sus presentaciones) no ha sido un tema alejado en el arte. Quizás la representación más famosa de esta sensación la representó el grandioso Edward Munch con su famoso cuadro “El grito”, de 1893.

Llevamos 121 años pensando en ese cuadro como la representación gráfica de lo que en un momento de nuestras vidas sentimos. Un hombre grotesco, deformado físicamente por lo que le aqueja.

Ahora, pensemos en qué momento la adolescencia se encontró con la ansiedad definitiva, sin lugar a dudas podemos decir que fueron los 70’s, en gran parte por el nacimiento de enfermedades sexuales que apenas se podían comprender.

¿Cómo era posible que, después de años de copular cómo locos, uno podía morir?

Esta etapa de miedo y despertar adolescente aparece en la novela gráfica Black Hole de Charles Burns. Burns nos cuenta la historia de unos adolescentes en los suburbios de Seattle, en plena época de los 70’s. La marihuana y las fiestas con cerveza son el único escape de estos jóvenes que sienten la exclusión de sus padres, del miedo de fracasar en la vida, entre otros problemas.

Y no olvidemos el otro desahogo natural: el despertar sexual.

El descubrir los placeres de la carne azota en una temporada de calor que hace que estos tres elementos distractores se vuelvan una santísima trinidad en los muchachos.

Pero existe un detalle: un adolescente puede dar rienda suelta a su apetito sexual, hasta encontrarse con un infectado. ¿Qué pasa si uno encuentra una pareja, con una enfermedad contagiosa? Ciertamente la idea es escabrosa (y todavía retumba en nuestros tiempos)…pero, qué pasaría si, tras una noche descubriéramos con asco y miedo la existencia de una cola, o tumores en el rostro, o cosas incluso peores.

Extremidades que se regeneran al cortarse y que sólo podemos esconder con la esperanza de que no se revelen al público.

Lo que podría pensarse como una historia de horror, es escrita e ilustrada de manera muy elegante por Charles Burns; en este mundo, los fenómenos se exilian a vivir en compañía de otros de su calaña, rechazados por sus compañeros; la mutación no juzga niveles sociales ni tribus urbanas, ataca solamente a adolescentes y nadie sabe por qué les sucede… al mismo tiempo que nadie se preocupa por ellos, siempre han sido un estorbo ¿Por qué habría de preocuparse ahora qué tienen problemas mutantes? Incluso, uno puede deducir con mayor tristeza, que las mutaciones son mero producto de la imaginación de los jóvenes, pero siempre queda ambiguo ante el lector.

La trama avanza con dos protagonistas: Chris y Rob, a quienes vemos como una posible pareja desde las primeras páginas. Chris, desconoce la enfermedad, y Rob, sabe de las horribles deformaciones que pueden causar gracias a que sus amigos van a drogarse cercas de estos campos de exilio. De maneras inesperadas, serán partícipes de ella, lidiarán con sus deformidades así como el rechazo….y aprenderán a vivir con ella.

Fascinante de principio a fin, está acompañada de elementos surrealistas que se adecúan a la enfermedad de la que vemos esparcirse en el pueblo. Secuencias oníricas que reflejan puntos de la historia, y que Charles Burns usa con maestría en su estilo visual al presentar viñetas que juegan con las percepciones, los elementos cíclicos y la pareidolia (es decir, percibir imágenes de manera errónea, como ver figuras en las nubes).

Llena de momentos reflexivos, tristes y también divertidos, Agujero Negro nos deja clara la idea de qué es vivir con miedo a ser rechazado, tanto por enfermedad, la familia o la escuela, de cómo uno quiere echarse a volar en momentos de desesperación, aun cuando siquiera ha empezado a caminar….pero en este mundo donde a uno le puede crecer un par de alas, es lo de menos.

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