ANASTASIA, LA MORRA QUE DESMEMBRÓ A SU FAMILIA Y SE FUMÓ UN CIGARRO LUEGO
TIJUANA, BC.- Cuando Anastasia terminó de desmembrar los cuerpos de su madre y su hermana se dio cuenta de que las paredes y los muebles estaban salpicados por una fina capa color púrpura.
Aunque lo había hecho con precaución, era imposible que no quedara en el piso un charco de sangre. En el fregadero de la cocina están las cabezas que había degollado siete horas antes.
Había que esconder los cuerpos de Yuliya, su madre, y Valeria, la hermana pequeña con discapacidad múltiple. Ese domingo 7 de junio a las 11 de la noche salió tranquila a comprar bolsas para basura.
Caminó media cuadra a la farmacia más cercana, donde antes había comprado dulces y una que otra pintura, pero ahora buscaba entre los pasillos bolsas dónde meter los cuerpos.
“Traía pura cacharpa (monedas); las bolsas costaban 24.90 pero la muchachita no completaba, así que se fue corriendo”, recuerda la empleada de mostrado. Regresó rápido. Las líneas de expresión de su rostro estaban descompuestas; le punzaba el ojo izquierdo.
En tres bolsas negras metió los cuerpos desmembrados y después se fumó un cigarro.
Anastasia no es la típica asesina. Es una chica de ascendencia rusa, atractiva, un metro 70 centímetros de altura, nariz recta, ojos color avellana, muslos delgados pero torneados, senos prominentes y pequeña cintura.
Los 55 kilos de su cuerpo fueron suficientes para asesinar a su madre. En el interrogatorio dice que la abordó cuando estaba sentada en el sillón destartalado de su casa. Llegó por atrás y con una soga la mató.
“Creo que mi mamá ya sabía que la iba a matar, no opuso resistencia” Después, sigue en su narración, caminó sin cautela hasta el cuarto de su hermana Valeria, de 12 años. Con la niña no tuvo mayor problema: se paró al borde de la cama y levantó su pequeño cuerpo para ahorcarla con la misma soga que a su madre.
“Tardé un poquito menos, 20 minutos. Pero su cuerpo seguía calientito”, entonces se fue porque había leído en Internet que para desmembrar un cuerpo tenía que esperar a que se enfriara. Hora y media después regresó.
En su confesión, explica que el asesinato fue en defensa propia: desde hace días sentía piquetes en la espalda y pulsaciones en el cuerpo que no la dejaban dormir. “Tenía tiempo que mi mamá se dedicaba a la brujería, y mi hermana era una muñeca, su aliada, títere. Y para que no continúen esos trabajos también hay que matarla. Para matar a una bruja, a ese espíritu maligno, hay que cortarle partes inferiores” y se aseguró de que su hermana también muriera, para terminar con ese encanto negativo.
Según la Fiscalía, Anastasia consultó en Internet cómo matar a una bruja y como desmembrar un cuerpo. En su primera búsqueda encontró que para acabar con el encantó tenía que apuñalarla en el corazón. A Valeria, intentó sacarle los ojos con una cuchara, pero como no pudo fue por un cuchillo a la cocina. “Un hombre me decía que acabara con ellas”, dice.
Sabía perfectamente dónde cortar; se informó a la perfección. Corrió a la cocina y tomó tres cuchillos con diferentes grosores y filos.
Los encajó hasta el fondo de la axila, la unión de la pelvis con las piernas.
Con Yuliya tardó cuatro horas, on Valeria tres. No hay tanto derramamiento de sangre porque sabía qué no debía cortar. Luego de siete horas el departamento estaba limpio.
La joven rusa, absorta, narra que tuvo que cortarle las extremidades “para que ya no viajaran los espíritus. Y a la títere, la muñeca, había que sacarle los ojos”.
Información de agencias