Si eres leonés hasta el tuétano, sabes que Don Nacho es el autor de las nieves más famosas de León.

La última vez que había comido esta nieve tenía fácil 10 años (hace poquito), desde que mi papá nos la invitaba los domingos después de ir a misa al Centro. Así que con el calorón que ya está haciendo fui a buscar el carrito y lo encontré en la esquina de Miguel Alemán y Durango en la colonia Bellavista, a una cuadra de la Rivera (no te apures, ahí todavía es zona segura).

Y para variar, como todo lo que es tradición en León, a mí me sorprendió sobre todo porque conserva la calidad que yo probé de niña y su particularidad: no se deshace. Y es que no hay punto de comparación con el resto de las nieves en otros lados. Que me disculpen los de San Juan de Dios, la Michoacana, Holanda y hasta la jalada esa que venden de “voltea el vaso de cabeza y no se derrama el helado”… pero a la de Don Nacho no le llegan ni a los talones.

Qué ricura, en serio (y conste que no me pagaron para que les hiciera promoción).

Nieves Don Nacho

Ignacio Hernández Rivera, mejor conocido como “Don Nacho” fue un leonés por adopción, que nació en el municipio de Arandas Jalisco a principios del siglo 20.

Su nieto, Hugo Hernández me platicó que su abuelo aprendió el oficio en la Ciudad de México, ayudándole a un español que le pasó todos sus secretos. Yo creo que don Nacho nunca se imaginó que lo que aprendió a hacer como una forma de sustento, se convertiría años después en un ícono de los helados en la ciudad.

Don Nacho conoció al amor de su vida en León y se quedó aquí para siempre (no lo culpo). Era un vendedor itinerante. Andaba en el Centro Histórico recorriendo de una calle a otra ofreciendo la nieve. Enseñó a sus 12 hijos a elaborarla y todos aprendieron al grado de que hasta la fecha también se dedican a ese negocio.

“Esta es una nieve cien por cierto artesanal porque se condensa, se hace en cazo de cobre, en botes de aluminio y se utilizan palas de madera, las otras ya se hacen con maquinaria y tiene otras materias primas. Esta es cien por cierto natural, leche pura y frutas de temporada”, dice Hugo, mientras despacha en el mismo carrito que pesa cerca de 300 kilos y que en su infancia montaba y acompañaba a su abuelo y su papá a vender.

Y la opinión de sus clientes avala más de 70 años de las Nieves Don Nacho. Don Enrique Aguilar, de setentaytantos años lo resume diciendo que son “la mejor nieve de todo pinche Guanajuato”, y luego suelta una carcajada que deja al descubierto sus encías chimuelas.

Dice además que viene de San Pancho exclusivamente a comprar nieve desde hace 55 años y carga con sus hijos, nietos y ahora bisnietos que ya son fans y testigos de esta tradición cien por ciento leonesa.

Jorge Pérez tiene 40 años comprándolas, dice que estas sí son naturales pues “las otras parece que estás comiendo espuma”.

Vainilla, limón y nuez los sabores más famosos, pero también hay de frutas secas, cajeta, queso, mango, mamey y de acuerdo a la época del año. A 8 pesos la bolita, pero también te venden hasta un litro o hacen pedidos para fiestas. Algunos de sus clientes ha sido Vicente Fox y la jeraquía de la iglesia en León, quienes han solicitado sus servicios para eventos.

Dice su nieto que quizá con la buena fama que tienen pudieron hacer más grande el negocio, pero están conscientes de que eso implicaría utilizar máquinas y reducir considerablemente la calidad, perdiendo el toque artesanal que los caracteriza.

Y como en todo, las nieves Don Nacho también son víctimas de la piratería, pues hay algunos que se anuncian con este nombre, pero nada, los originales son los de la familia Hernández. Eso sí, tienen 18 “sucursales” o mejor dicho puestos que venden principalmente en tianguis de colonias, entre ellos la Línea de Fuego, lo que lo hace aún más tradicional.

La matriz, ubicada en Miguel Alemán y Durango, los encuentras todos los días excepto los martes, de 12 a 6 de la tarde, por ahí un chismosillo dice que si no te gusta, es gratis.

“Ojalá la tradición permanezca, creciera y trascendiera, que se reconociera el legado de mi abuelo”, dice Hugo después de insertar una galleta María en una nieve de nuez.

Don Nacho falleció hace 20 años, pero su herencia no. La familia Hernández sigue trabajando para que no muera el patrimonio que ha dejado huella por décadas en el bonito León Guanajuato y que por cierto, ya nos identifica.