CRISTEROS MELÓMANOS
La etiqueta “rock de garaje” debería hacerse extensiva para todas aquellas producciones visuales de bajo presupuesto que; o no pueden o no desean conseguir los patrocinios requeridos para recrear bajo un estándar aceptable, las intentonas de este tipo y ser revisadas en su justa proporción; experimentaciones que van desde lo francamente pedorro hasta niveles sorprendentes y apantallantes…
En una mirada superficial, “No sé pedir perdón” rola del grupo Cristeros del cual se ha producido un clip en condiciones sino paupérrimas si con carencias de recursos, pudiera prestarse para el chacoteo más infame. Sin embargo, al haber sobrevivido a la crítica descarnada que por lo general destruye cuanto esfuerzo se difunde en el canal de Youtube; algo hablará de la empatía que genera el drama y ciertas virtudes con respecto a la narrativa fílmica.
Para un fundamentalista sin criterio, este producto no sería más que un bodrio de pésima factura. Sin embargo, es su plástica casera la mejor de sus proposiciones; porque la excelente rola de Cristeros eleva el rango limitado del clip, haciendo que el espectador soslaye detallitos insignificantes como la deficiente manipulación del raccord y una iluminación acá entre nos, bastante elemental. El video es pues, una extravagancia que subraya, de una manera más bien fortuita, una tristeza meta-fílmica influenciada por el cine de Buñuel, una calca al logrado sentido de marginación, a la esperanza en los símbolos religiosos como subterfugio de la realidad, a la escenografía abigarrada, a los muros de ladrillo encalado en una especie de recoveco olvidado de la mano de Dios.
Sólo que estas virtudes no serán tan fácilmente asequibles y reconocibles por el espectador promedio. A destacar esa especie de reconstrucción antropológica orientada en los detalles de un mundo de clase baja; seres de carne y hueso idealizados o enaltecidos por el sonido de la banda leonesa; una composición que está muy por encima de los conceptos del producto visual.
Otra parte del encanto proviene debido a que la dureza de los rostros tanto de las actrices amateurs de la ficción como de los músicos en un escenario casi rupestre, se muestran tal como son, sin maquillaje ni embellecimientos gratuitos; rostros curtidos de ceño fruncido, piel quemada por el sol y mirada al vacío que intuyen un devenir marcado por la precariedad. De hecho, el trabajo de iluminación se encarga de enfatizar esta inclinación al realismo.
Lo que sí es un hecho irrefutable es que “No sé pedir perdón” es quizá la única balada que se ha llevado a la pantalla en un entorno más bien proclive para plasmar rolas de corte pesado u otros alucines genéricos.
Medio abigarrada en su composición visual y con unos planos heterodoxos en ciertos cuadros de la secuencia dedicada al grupo, el experimento la libra gracias a su sentido cinematográfico entre desenfadado y primitivo. No será la mejor producción manufacturada en la ciudad –el logro aún le corresponde a una rola de Candy Colors realizado por Arturo Pons- y muy por debajo de la eficaz artesanía de productos similares ya reseñados en Contrapunto News. Pero de que destila compromiso social, no cabe duda. En una de esas este crew ha patentado el videoclip de garaje.
Cristeros son:
Joel Aguirre: Batería
Omar Aguirre: Teclados
Saúl Méndez: Guitarra
Francisco Ornelas: Bajo
Pablo Méndez: Voz