GUANAJUATO, GTO.- Son las 12:21 de la tarde en el Congreso de Guanajuato, cuando la sesión del pleno se ve interrumpida por una alarma de incendio en la cocina.

Un poco sacados de onda y, como pudieron, diputados, empleados del Congreso, periodistas e invitados, salieron hasta el punto de reunión en caso de emergencias ubicado en la explanada del edificio.

La evacuación de 642 perdonas tardó sólo tres minutos, sin que se registraran personas lesionadas o desaparecidas.

Ese era, hasta ahora, el resumen de un simulacro aparentemente exitoso, y así lo divulgaba por megáfono el secretario general del Congreso, Ricardo Narváez.

Pero algo faltaba en el simulacro. Ni diputados, ni sus asesores se habían percatado, pero… los reporteros se dieron cuenta que, 15 minutos después de actividad la alarma de incendio, no había en el lugar ni bomberos,  ni paramédicos.

Además, varias filas de personas, en las que por cierto se encontraban los 36 diputados, fueron colocadas en el rango de caída de la estructura más grande del edificio, la cual podría haberse desplomado en caso de alguna explosión.

En fin, fue 18 minutos después de la detonación de la alarma cuando aparecieron dos unidades de rescate; una ambulancia y un camión de bomberos, éste último, para acabarla, echando humo de manera dramática.

Estos simulacros deben hacerse dos veces al año para que Protección Civil del Estado otorgue al Congreso, una cédula que lo certifica como un edificio que está cumpliendo con la política de gestión integral de riesgos.

Digamos pues el Congreso pasó de pansazo y con una que otra dura lección para la próxima.